Por Ricardo E. Brizuela – ricardobrizuela@yahoo.es
Pocas veces en la historia de Latino América se dieron situaciones tan particulares como en el actual momento.
Mesa, Lagos, Kirchner, Toledo, Lula y Chávez se mueven en un escenario en el que la disputa por la preeminencia de la hegemonía del Imperio, una alternativa europea o un desarrollo autogestionado condicionan sus respectivos gobiernos.
Los chilenos ya optaron por un camino de alta dependencia generado sobre todo por la geografía de su país: “Chile ejerce su soberanía desde su realidad geográfica”, sostuvo con franqueza no comprendida oportunamente su presidente Ricardo Lagos, cuando era cuestionado por sus colegas del MERCOSUR ante la firma del TLC con EE.UU. Y, más allá de simpatías ideológicas, el pragmatismo del chileno busca la manera de superar las dificultades que presenta un territorio aislado por accidentes geográficos, conflictos históricos no resueltos, y carente de fuentes de recursos de producción que puedan avalar un desarrollo notable. Como le ocurriera a los fenicios hace cinco mil años atrás, desde sus tierras rocosas le queda a Chile la alternativa del comercio. Y el comercio – sin respaldo de fuerzas - se ejerce con buenos modales, sin inquietar a nadie.
En otro andarivel Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela tienen conciencia de una posible salida apelando a herramientas muy cara a intereses capitalistas: mercado y recursos naturales. En este sentido, Bolivia despierta sus ambiciones nacionalistas acunada en la posibilidad de tomar el último tren del progreso que pasa por su territorio: el gas. El fluido enhebra alianzas: Kirchner se afana ahora entre La Paz y Caracas, ante la benévola mirada del brasilero “Lula” Da Silva.
Venezuela – por su lado – sigue siendo el díscolo representante del criollismo altanero que pretende y tiene con qué. El incremento del precio del crudo – irónicamente desatado por intereses norteamericanos que acosan a Chávez – acumula divisas en las arcas bolivarianas fomentando ensueño de realizaciones asociadas con los puertos del Atlántico Sur.
Perú, en tanto, se sube al carro del gas boliviano aprovechando la falta de reflejos de la cancillería chilena.
En época de transparencia de la globalización, la lucha de intereses tiene en los medios de comunicación un terreno propicio. Como muestra un botón: Néstor Kirchner – con su descarnado estilo – la tuvo de plantón en la Casa Rosada a la número uno de Hewlett Packard, Carly Fiorina, que se retiró ofendida después de esperarlo 45 minutos.
Pocas horas después, el diario La Nación de Buenos Aires con la firma de uno de sus escribas destacados criticó al presidente argentino con un suelto de Opinión titulado “Enojos y demoras en el folklore presidencial”. El mismo día 30 de julio – toda coincidencia no es casual – un Editorial de La Tercera de Santiago de Chile sostenía la misma posición desde el título “Los riesgos del estilo Kirchner”. Poderoso caballero es Don Dinero.
No caben dudas: sobrevendrán nuevos e interesantes capítulos en esta zaga de ambiente netamente latinoamericano.
Santiago de Chile, 1 de agosto de 2004
Artículos de Ricardo E. Brizuela
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