Por Ricardo E. Brizuela – ricardobrizuela@yahoo.es
Para evaluar el momento actual sólo hay que hacer un poco de memoria, aunque
sea éste un ejercicio poco frecuente en las costumbres argentinas.
En los momentos más álgidos de las jornadas de protestas que se sucedieron
después del 19 de diciembre, miles de "hambrientos", acorralaron el centro
de distribución de los supermercados Coto en la provincia de Buenos Aires
dando origen a un incidente muy particular: allí el mismo señor Coto, en un
alarde de coraje, se puso al frente de sus empleados armados de palos "para
resistir" una presunta turba de varios miles de desocupados que presionaban
el perímetro del establecimmiento. Al mismo tiempo, por las emisoras que el
justicialismo se preocupó en dejar atadas a sus intereses, este empresario
salía al aire reclamando al gobierno una pronta intervención de las fuerzas
de seguridad, exigiendo el envío de helicópteros. El entonces ministro del
interior Dr. Mestre le contestó con una frase muy sugestiva: "ya sabemos de
qué se trata señor Coto y vamos a actuar".
En realidad las fuerzas nunca llegaron, los desaforados hambrientos no
traspasaron los límites pese a la endeble defensa y del episodio nunca mas
se habló.
Quedaron sí varios interrogantes: ¿por qué no intervino el gobierno de De la
Rua? ¿que información manejaba Mestre cuando dijo "sabemos de qué se trata
señor Coto"? ¿que influencia hizo que los depredadores no cumplieran con sus
amenazas? ¿qué hay de cierto en los rumores respecto a los intereses que
vincularían a la firma Coto con capitales de prominentes dirigentes
peronistas?
Posteriormente circularon las versiones - coincidentemente con la
desaparición de "hambrientos" de las protestas - que la influencia de
caudillos de la provincia de Buenos Aires incentivaron los reclamos
acelerando la caída del ex presidente Fernando de la Rua.
Hoy, uno de esos "influyentes" dirigentes del justicialismo está en el mismo
sillón que ocupaba el ex mandatario radical.
En estos escasos sesenta días Argentina tuvo cinco presidentes, la economía
tuvo marchas y contramarchas, se recurrió a una devaluación apresurada sin
reaseguros de ninguna naturaleza, y el presidente Duhalde visita el país con
su esposa en un estilo de caudillismo trasnochado propio de la peor imagen
de latino américa.
En tanto, las ventajas que otorga la devaluación no pueden ser aprovechadas:
como ejemplo hoy circula la noticia que no se puede exportar vino fino
porque no hay como importar corcho de Portugal. Vale decir: no vendemos
porque nadie nos vende insumos.
Por otra parte, aquí cerca nomás, los chilenos se cansaron de acercar
propuestas y ahora retiran a sus pymes de los negocios con Argentina: el
nuestro es un país insolvente.
Mientras, la provincia de Buenos Aires, bastión del actual presidente, será
la primer víctima de la rebeldía de los contribuyentes. Pero ¿donde estaba
el señor Duhalde estos últimos años? ¿No fue él quien dejó mal parada su
propia provincia, al borde de la debacle y con su Banco en estado crítico?
¿No fue él quien sacó a su propio ministro de economía, el señor Remes
Lenicov, actual Ministro de Economía de la Nación, por no estar de acuerdo
con el manejo que hacía de los intereses de Buenos Aires?
Como vemos, nada mejoró en Argentina, y algunas cosas no cambiaron: la
gente, el pueblo, se irá acostumbrando a la situación y este presidente
podrá hacer un hábito de su costumbre de hablar reconociendo lo mal que está
todo, pero sin hacer nada por mejorar las cosas.
Un amigo me confesaba hace pocas horas en Chile: "En tu país nadie paga
impuesto... allí estuve de vacaciones y nadie me entregó una boleta, excepto
en las estaciones de servicios".
No caben dudas: Argentina hoy es tierra de nadie. Sálvese quien pueda.
Señor Duhalde: ¿que sensación produce gobernar un país así?
Artículos de Ricardo E. Brizuela
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