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La información que en los distintos medios se está dando en relación
con el caso del Yak-42, no puede dejar a nadie indiferente. Los
testimonios de los forenses turcos, acusados de negligencia por el
general médico español, echan por tierra las declaraciones y los
argumentos de los médicos militares españoles. Y mentir, en un asunto
como la tragedia aérea ocurrida en Turquía, para justificar la no
identificación de 30 cadáveres, es vergonzoso y muy preocupante. Uno
de los puntos oscuros de esta historia, sin duda, es saber de quién
partió la orden de regresar a España sin haber terminado las pruebas
de ADN para completar la identificación, alegando que todo estaba
dispuesto para celebrar el funeral de Estado, y que aquí se
concluirían dichas pruebas. ¿Quién lo ordenó?
Naturalmente, corresponde al juez determinar cuál de las partes dice
la verdad sobre esta desagradable historia. Mientras tanto, con la
debida cautela, prevaleciendo la presunción de inocencia, como no
podía ser de otra forma, habrá que esperar al pronunciamiento
judicial. Y los culpables, no sólo lo serán por un delito de
negligencia médico-forense, sino también por haber mentido, además de
al tribunal, a los familiares de las víctimas y, por extensión, a
todos los ciudadanos que, sobrecogidos, hemos visto las desgarradoras
escenas de dolor aquella tarde del 28 de mayo de 2003.
17 abril 2009
Robert NewPort (newport43@gmail.com)
www.robertnewport.blogspot.com
Enviado el 21 de abril del 2009
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