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Siempre hemos sido europeos, geográficamente hablando, y eso es
incuestionable. Pertenecíamos al viejo continente y nos avalaba una
historia que pocas naciones tenían. A pesar de todo, nos encontrábamos
aislados y nos sentíamos inferiores; incluso, ninguneados. Éramos el
país más al sur del continente. Trabajábamos aquí, con más o menos
garantías de supervivencia; pero también emigrábamos, para mejorar
nuestras condiciones de vida, a trabajar fuera: a Europa, decíamos.
Porque, entonces, no nos considerábamos -mejor, no nos consideraban-
europeos; aunque, también, en cierto modo, teníamos miedo a serlo.
Los tiempos han cambiado, afortunadamente, y las circunstancias nos
han llevado a formar parte de la Comunidad Europea. ¡Ya somos europeos
de pleno derecho! Pero esta Europa, que estamos construyendo entre
todos, exige dedicación, seriedad y solvencia, demostrables. Sin
embargo, ahora que estamos en plena campaña electoral para elegir a
nuestros representantes en el Parlamento europeo, los ciudadanos de a
pie -que representamos la mayoría- vemos, con estupor, como nuestros
“mitineros” políticos se insultan, se descalifican, se reprochan el
uso o abuso de helicópteros y aviones militares… ¡Pero no nos hablan
de Europa! No hablan de las posibles oportunidades, ni de intereses,
ni de derechos, ni de empleo estable, ni de cómo se solucionará la
crisis… ¿Se habrán olvidado del por qué de esta campaña?
¡Asombroso! Antes le teníamos miedo a Europa, y ahora le hemos perdido
el respeto. Y ese mismo respeto, nuestros políticos nos lo han perdido
a los ciudadanos que les votamos.
03 junio 2009
Robert NewPort (newport43@gmail.com)
www.robertnewport.blogspot.com
Enviado el 4 de junio del 2009
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