El once de septiembre del 2001 se produjo una atroz calamidad por los atentados que tuvieron lugar en Estados Unidos. Unos señores al mando de un terrorista islámico deciden poner fin a vidas de seres humanos inocentes secuestrando varios aviones con pasaje incluido y lanzándolos como proyectiles sobre unos objetivos repletos de personas. A raíz de esto se empezó a conocer Afganistán, un país sumido en la ignorancia y en la pobreza, que pasó del anonimato a ser el foco de atención de todos los medios de comunicación.
Repruebo la acción tomada por los asesinos islámicos contra el país más poderoso del mundo, pero también repruebo el bombardeo de los estadounidenses en Afganistán. Si se sabe que Bin Laden es el culpable de la masacre, que se tomen medidas para que ese señor pague el crimen que ha llevado a cabo, pero no veo bien que se extermine a gente inocente para eliminar a Bin Laden. Estoy convencido de que hay otros medios de parar a este terrorista sin tener que aniquilar a inocentes.
Tampoco comprendo como una persona pagando una cantidad astronómica de dinero, que no está al alcance de ningún ciudadano de a pie, pase de ser culpable a inocente, de estar en el corredor de la muerte a estar en libertad. Aquí falla algo: o bien era culpable y con dinero se ha comprado su inocencia, o bien era inocente y con sólo después de desembolsar una cantidad ingente de dinero se ha podido demostrar su inocencia, o bien no importa si eres culpable o inocente, sino que lo que importa es el dinero que se tiene. La verdad que si esto es el primer mundo, yo no lo quiero ni en pintura.
Arriba hablo del castellano que el sistema estadounidense iba a ejecutar al parecer porque le cargaron el muerto y lo inculparon de algo que no había cometido. La noticia saltó a los medios de comunicación y los padres pudieron recolectar el dinero para liberar a su hijo del corredor de la muerte. El nombre de este chico es Joaquín José Martínez Pérez.
En cualquier caso, no entiendo cómo unos señores con poder pueden jugar con vidas humanas a su antojo. Con sólo un inocente que pague los platos rotos, ya estamos entrando en libertinaje. No somos quiénes para decidir quién ha de vivir y quién ha de morir, y menos para quitar de en medio a seres inocentes porque nos molestan o porque simplemente se han cruzado en nuestro camino. Oye, no me gustaría para nada que mataran a alguien de los míos únicamente porque unos chupatintas así lo han decidido y no han pensado en las consecuencias.
Miquel Molina i Diez
miquel@polseguera.com
2001
Polseguera.com
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