Cuando la llama se enciende algo está empezando a fenecer,
porque incluso la propia inexistencia tiene un comienzo.
Empieza (tal vez) con un deseo,... con un pensamiento,... y
para algunos como una necesidad. Se piensa e
inconscientemente alguien prende a la vida y, desde ese
mismo momento, se empieza a acabarse.
Todo es lo mismo: principio/final.
¿Y qué? ¿Acaso por eso no se va a prender?,... pues si así
fuera, entonces... ¿qué?
Y va transcurriendo y consumiéndose (incluso) sin necesidad
de que nadie ayude a esa propia y autónoma destrucción;
aunque es inevitable que ALGUIEN vaya poco a poco
colaborando en ese proceso de destrucción.
Son bbbBBBocanadas placenteras, lujuriosas y la mayor parte
de las veces incontenidas e inconscientes.
Mientras tanto, el propio proceso de destrucción va dejando
una estela de
o mejor dicho, de descomposición que se traduce en la propia
sombra., en su propio camino, en lo hecho, en la obra de
cada uno. En lo que queda. Tan vano y fugaz como la estrella
sin rumbo que se pierde en el abismo del infinito.
Al cabo, tal vez alguien remate el proceso y contribuya a su
desaparición y, entonces, acabando con el principio acaba
también con el final.
Principio y fin.
Nacimiento y muerte.
El proceso.
Y lentamente se consigue restablecer el orden del principio
para dar paso a la siguiente fase.
Bueno, y mejor apago el cigarro porque ya lo he acabado.
Simplemente lo he usado.
Joan M. Brusca i Miralles
Webxafardera
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