Afuera el sol calienta rayos como que caen, ni una nube aquí inalcanzable arriba se avecina blanca…en silencio.
Los insectos, con sus antenas, van despertando su quehacer natural fauna.
El cerdo piara acompañado, preso en cajón, ni cielo ni luz ni sol, apenas mueve su no libre albedrío todavía más engorde; y ahí fuera el carcelero satisfecho capital, dineros, y matadero sangre y dineros caja; y sufrimiento y más dinero ingresos embutidos más caja.
Sobre este folio la lámpara de la tarde alumbrando un poco, que se vea bien la letra del amanuense que va escribiendo grafía, trazo puño y letra.
Marzo mes, silencio y pájaro, silencio y ladrido, silencio y cencerro…, silencio para escuchar al señor acúfeno, al ignorado acúfeno pitido, o como sea quieran llamarlo las personas de ciencia médica.
La tarde sigue arriba en azul, abajo asfalto y tierra.
Ya se merendó algo antes, como cuando éramos de la infancia, a veces malograda infancia… y ahora para merendar tal vez un mate.
El amanuense quiere hacerse escritor, pero no se atreve, hace lo que puede en soledad, en la soledad del incomprendido… ¡Bendita incomprensión!
Aún queda tinta, aún queda tinta en el tarro rosca tapón, y en el pequeño artilugio plumín, de esta no tan vieja pluma convencional que escribe lo que le mandan argumento traza.
Pronto descenderá el sol, vendrá con lentitud la noche…, la jineta no se hará notar.
Ahora un poco de lámpara y en este atardecer diario, puntual, como una idea a escribir de puño y letra.