El arte en Ucrania está en peligro. Los ucranianos deben sacar de ese país todas las obras de arte que puedan de museos y los gobiernos de Occidente y el resto del mundo capitalista deben montar museos de arte del patrimonio ucraniano para recaudar fondos con los que comprar víveres, medicinas, material médico y sanitario, ropa para el próximo invierno, jabón, etc., que enviar a Ucrania.
Hay más de cinco millones de refugiados ucranianos. Los gobiernos de países europeos deben cederles tierras que no se utilizan y también medios suficientes para que esas personas puedan vivir de la agronomía pagando sus respectivos impuestos en el país de acogida.
También, Ucrania debe sacar del país todo aquello que no tiene valor desde la guerra como vestidos de las grandes firmas, abrigos de visón o zorro, alguna clase de maquinaria pesada o industrial, vehículos que se han quedado sin vender, joyas que carecen de valor sentimental, etc., y vender esos artículos o incluso alquilarlos por mediación de voluntariados y ucranianos refugiados, con tal de recaudar fondos para el gobierno de Zelensky y procurar dinero a sus propietarios.
Estas medidas se podrían aplicar en cualquier país que sufre una guerra.
Cambiando de tema, ayer me comentó mi hermana que en la escuela pública donde ella tiene plaza fija como maestra hay un huerto en el que los niños trabajan la tierra y cuidan de las plantas. Los frutos que obtienen los comparten y se los comen. Según me dice ella, en el país hay otros colegios que tienen un huerto donde los niños cultivan para compartir los frutos que les ofrece la tierra. Por tanto, no sería disparatado que muchos colegios más tuvieran un huerto donde los niños cultivarían tomates, pimientos, legumbres, tubérculos, etc., para destinar a personas necesitadas o a asociaciones como Caritas.
Yo tuve la idea antes de saber esto de los huertos de que en todos los colegios e institutos, los niños se dedicaran al menos dos o tres horas a la semana a tejer prendas de lana para destinar a países en guerra como Ucrania, Siria o el Yemen donde el frío en invierno es muy crudo. (Sería una experiencia inolvidable para esos niños, que adquirirían salvando vidas un compromiso solidario para con el mundo).
También, en todos los campeonatos de deportes en equipo escolares, cada jugador debería pagar 3 euros para poder jugar en el equipo. (No es mucho dinero si tenemos en cuenta que el equipaje les puede costar incluso veinticinco veces más). El dinero total recaudado se guardaría y al finalizar los campeonatos de todas las competiciones, en un acto solemne el día de la entrega de trofeos, el dinero obtenido sería entregado a un representante de cualquier ONG. Cada participante de esos campeonatos recibiría una mención de honor. Este proyecto se podría poner en marcha con prontitud. Son muchos los colegios del mundo capitalista y muchos los campeonatos. (Otra de las opciones sería permitir que los allegados de esos pequeños competidores pudieran presenciar los campeonatos pagando el precio, muy bajo, de las entradas, con tal de recaudar fondos para un acto solidario).
Los artículos de lujo o que son nocivos, por cada 1 euro facturado, el consumidor deberá pagar un incremento, ya se establecerían unos baremos, pero menos de un céntimo por euro. El total de esos incrementos, de algún modo, debido a que estos comercios están informatizados, quedará registrado, gracias a una aplicación informática, para que el estado reciba ese dinero. Luego, el dinero obtenido de ese plus, el gobierno lo ingresará en un banco que ofrezca el máximo interés posible. Por otro lado, cada uno de esos artículos tendrá un código además del código de barras. En una tarjeta al comprador le quedarán registrados todos los códigos de los incrementos que ha pagado, o incluso a través de una aplicación para móvil o página web podrá guardar dichos códigos. Aunque de artículos nocivos como tabaco, alcohol, juego, porno…, ni pensarlo. Pasados ocho meses o un año desde obtener esos códigos que registrarán los incrementos que se han abonado por artículos de lujo en una aplicación para teléfono o en una página web o en dicha tarjeta, el consumidor podrá hallar descuentos o desgraves, a la hora de pagar impuestos como el IBI, módulos de autónomo, en la declaración de la renta si no le es favorable, en la cotización de la Seguridad Social, etc. Para el IBI, valdrán los códigos de todas las personas empadronadas en la misma vivienda. O sea, yo abono una cifra x de incrementos por comprar artículos de lujo, y luego el estado me descuenta la misma cantidad x que he abonado de más por comprar esos productos de lujo. Ahora bien, los más ricos no obtendrán descuentos ni desgraves.
¿Qué sería artículo de lujo? Viajes de placer, cruceros, coches, aire acondicionado, joyas, pantallas de televisión muy caras, motos de gran cilindrada, entradas para parques temáticos, conciertos o competiciones de deporte profesional -las corridas de toros, sencillamente, hay que prohibirlas-, dispositivos móviles o informáticos de lujo, segundas viviendas, etc., etc., etc.
La magia consiste en que como hasta que no pasan ocho meses o un año desde obtener esos códigos su dueño no se beneficiará de descuentos ni desgraves, en el tiempo en que ese dinero amasado con los incrementos –en todo el mundo capitalista serían burradas de millones- esté en un banco, como sabéis, generará intereses, y ahí es a lo que voy: con el dinero obtenido en los intereses se lucharía contra la precariedad mundial y se socializarían más los sistemas.
Recuerdo cuando hace unos años un profesor de filosofía nos dijo a los alumnos en clase: “Con el dinero de la persona más rica del mundo, se acabaría con el hambre en La Tierra ¿No os parece injusto?”. Y yo le contesté: “Que le quiten a Bill Gates el 99% de su fortuna y que se reparta ese dinero entre los más pobres”. Rieron algunas y algunos mi ingenuidad en el aula. Eso es inviable. Pero, ¿y si a las 5000 grandes fortunas con más dinero del planeta les quitarán un 1% de sus riquezas para dar a los más pobres? ¿Cuántos pozos de agua se construirían, cuantos sistemas de cultivo se crearían, cuántas vidas se salvarían?
Cada día dejan morir en el mundo por hambre a 24000 personas, y de ellas, más de 20000 son niños.
Comentario 1.
Enviado por Miquel Molina (25-07-2022)
No estoy de acuerdo en pagar más por los artículos que compramos. Creo que no hace falta. No obstante, yo reduciría el gasto militar a la mitad, en vez de doblarlo. Haría que los bancos, etc., paguen los mismos impuestos. Por ejemplo, si a un autónomo que gana un millón de euros al año, Hacienda le roba la mitad, que a un banco también le robe la mitad.
La iglesia debería pagar impuestos y no recibir ni un céntimo de las arcas públicas. Después de todo, Dios no existe, y la iglesia ha cometido muchas atrocidades siempre que ha tenido el poder suficiente, y se ha dado la coyuntura adecuada.
Deberían nacionalizarse todas las empresas que son vitales para el ciudadano: eléctricas, hidrocarburos, etc. Los bancos tienen que devolver todo el dinero que se les dio a fondo perdido por la crisis con intereses. Creación de más empresas públicas. Por ejemplo, cooperativas agrícolas y tiendas donde vender los productos agrícolas para eliminar los intermediarios. Los productos que se pueden fabricar aquí que no se importen de fuera. Ayudas para que los ciudadanos de los países pobres puedan cultivar la tierra, y un largo etcétera. Se podría ayudar a los países pobres si hubiera voluntad política. Para ayudar a esos países, las ayudas deberían ir directamente a los ciudadanos, y no a los gobiernos.
No obstante, todo es una manipulación, y el poder piensa por nosotros, y hacemos todo lo que se nos dice y nos parece normal.