Aquellos que hablan con la boca muy grande de la dignidad humana se burlaban de él a carcajadas. A veces lo emborrachaban en los bares para reírse, y reían tanto y tanto, que él algunas veces lloraba. De vuelta a su casa, las paranoias se mezclaban con el sabor amargo de la cerveza y el eco de esas burlas que le dolían en lo más hondo del alma. Entonces, algunas noches, desesperado, borracho y loco, lanzaba piedras a las lunas de los coches. Por eso también lo odiaban. Recuerdo su mirada, siempre triste y cansada. El aliento empapado a cerveza. Sé que sus padres, en ocasiones, lloraban.
El poema está inspirado en alguien real que hace poco dejó de existir. Lo más asombroso es que, debido a que hace unos años pasé una mala época, en mi pueblo algunas personas me comparaban con este señor a quien yo tenía un afecto especial. No tenían bastante con él, necesitaban crear la duplicidad. Ellos saben a quién me refería y refiero.
Hace solo unos días, me pasaron por WhatsApp algo de muy mal gusto. Con una aplicación montaron unos videos en los que salían una serie de esquizofrénicos cantando canciones que fueron muy sonadas en su tiempo. Los creadores de ese insulto a la dignidad humana querían hacer reír a costa de unas personas esquizofrénicas y discapacitadas intelectuales.
En los pueblos pequeños, los esquizofrénicos están estigmatizados. Al menos algunos… en esta ciudad. La sociedad les pone su etiqueta de colgados.
Conozco a otro esquizofrénico que murió hace unos meses, un primo de una familiar de mi cuñado. Entraba todas las tardes a un bar muy conocido donde se comía un bombón helado y los clientes se burlaban, llegando a imitarlo. Yo no lo he visto, pero sí mi padre.
De haber nacido en otra época, no sé cómo habría sido la vida de estas personas. En algunas culturas primitivas, a los locos los apedreaban para divertirse y los terminaban expulsando de la comunidad, y en otras, en cambio, eran una especie de semidioses a quien agasajaban con ofrendas y manjares, perfumaban de sena y jazmín y cubrían de sedas y joyas.
Se sabe que la esquizofrenia surge en el Hombre de Neandertal.
Existe un dato demoledor en nuestras fechas. Un diez por ciento de las personas a quienes les diagnostican esquizofrenia, termina por suicidarse.
Sin embargo, es tan bella la vida.