Transito Evolutivo
Lo fantástico anida en cada corazón que siente a la existencia como un regalo único y extraordinario de la creación divina.
Los estados de ánimo en las personas son como ese barco que va capeando un temporal en las inmensidades de los océanos y que solo piensa en llegar a puerto seguro.
En muchas oportunidades transitamos por senderos de paz y extrema felicidad, pero por tener una mala percepción de lo que nos rodea, no nos damos cuenta de lo que sucede.
Así cuando lo aciago y tremendo de un episodio nos lleva por delante como un intempestivo tsunami, sacude nuestro corazón pero por sobre todo a una mente que entra en confusión. El hombre deja de soñar con ese deseo de un mañana mejor, y deja de poseer ese tesoro tan valioso e importante que es el que nos motiva dándonos la fuerza para seguir adelante.
La “ilusión” constituye la esencia de una argamasa que se necesita para erigir el mayor edificio que una nación utiliza para consolidar todos sus anhelos.
Ese vigor que nace en nuestro espíritu es como “un titán del Olimpo”, que a nada le teme y que lucha incansablemente por ser cada día mejor.
Nada es fácil, y debemos poner nuestra mayor voluntad en el esfuerzo diario de aprender para luego trabajar. El sacrificio es una constante máxima que necesitamos abrazar para que la meta final sea el ansiado premio a conseguir.
Cuando sembramos en una tierra bendecida por el hacedor, la cosecha será abundante y perfecta. Los frutos desprendidos de la madre naturaleza serán el preámbulo de una nueva era por llegar donde el odio y la maldad no volverán a reinar.
La tierra es una escuela a la cual venimos a concebir que todo lo material y tangible no son importantes, y que los debemos transitar para llegar a la verdadera etapa evolutiva de nuestro ser.
Dejar caprichos de lado y someterse al esfuerzo colectivo que nos hará crecer como civilización.
En el silencio de mis pensamientos más profundos. Busco encontrar el camino para culminar mi carrera terrenal, y abrazar con pasión el futuro de una vida espiritual plena donde la dicha me gobierne para siempre.