(31 diciembre 2008)
Amigo imaginario:
Hemos llegado al final de un año que será recordado, especialmente, como el año de la crisis económica global. Pero ¡hemos llegado! Y eso tiene que ser motivo más que suficiente para sentirse razonablemente bien. Otros, tristemente, no lo han logrado. O no se lo han permitido. Porque muchos de nosotros, en este año que se va, perdimos a algún familiar o amigo. O, tal vez, a ambos.
Alguien dijo: “Por muy mal que hayan ido las cosas, hay que pensar que podían haber ido mucho peor.” Amigo mío, no se consuela el que no quiere. Pero, desde mi punto de vista, el 2008 ha sido un año de…(dejo puntos suspensivos por respeto a ti, y me quedo con las ganas de escribir una grosería).
En lo que se refiere a la política ¡qué te voy a contar! Este ha sido un año muy duro para el Gobierno, sobre todo en los últimos meses, puesto que la crisis ha originado que numerosas empresas hayan presentado expedientes de regulación de empleo, y ello ha propiciado un alarmante aumento del paro. De todos modos, como me he vuelto muy escéptico, soy libre de pensar que muchas de esas empresas, al amparo de la maldita crisis –y alegando ¡vete tú a saber qué motivos!-, han decidido presentar los oportunos (inoportunos) expedientes de regulación -pasando sus empleados a incrementar las listas del paro-, y aquí paz y después gloria.
También está la descapitalización de los bancos y cajas -¡toma castaña!-, lo que ha supuesto un gran esfuerzo económico para los gobiernos. Y una gran incertidumbre para los pequeños ahorradores, totalmente ajenos a las estrategias financieras, que veíamos peligrar los cuatro euros que tenemos ahorrados.
Y, ¡cómo no!, la lacra del terrorismo, que de nuevo ha vuelto a dejar su huella asesina. ¡Cobardes!
Ocurrieron más cosas en este 2008 que se acaba. Por ejemplo, los disturbios en Turquía después de que la policía matara a un joven, cuando intentaba disolver una manifestación.
¡Qué te voy a contar de la violencia de género! 72 mujeres han sido asesinadas este año por sus parejas o ex parejas. Una cifra escalofriante y una verdadera lacra social. Luego están la esclavitud, el hambre y las enfermedades en países del llamado Tercer Mundo. La inmigración, en la que hombres, mujeres y niños, en una decisión desesperada, inician un arriesgado peregrinaje que, lamentablemente, no siempre –o casi nunca- tiene un final feliz.
Luego están las guerras -comportamiento irracional del ser humano-, como demostración de fuerza y supremacía, que se cobran miles de vidas inocentes. En los últimos cuatro días, la ofensiva militar de Israel contra la Franja de Gaza, se ha saldado con 380 muertos y 1.700 heridos en ese territorio palestino. Y, de momento, no se vislumbra el final de estos ataques despiadados, con misiles dirigidos hacia objetivos que se encuentran en medio de una ciudad superpoblada de civiles -incluidos centros de enseñanza y bloques de viviendas-, matando a hombres adultos, ancianos, mujeres y niños. La verdad es que, en todas las guerras, ambos contendientes cometen excesos. Pero, al que es atacado le asiste la obligación de defenderse -o rendirse- hasta las últimas consecuencias. Y esa es una realidad incuestionable.
Otro asunto de cierta envergadura, y de gran calado político en nuestro país, ha sido el nuevo modelo de financiación autonómica que, sin duda alguna, requiere, por parte del Gobierno, una notable habilidad político-financiera para lograr contentar a todos.
Pero, sin duda, la noticia estrella de este año 2008 que finaliza, y que eclipsó a todas las demás, ha sido la elección del senador Barack Obama como el próximo inquilino de la Casa Blanca, convirtiéndose así en el primer presidente afroamericano en la historia de los Estados Unidos de América.
Después de este somero repaso a lo acontecido en este año bisiesto que agoniza, espero que el 2009 sea razonablemente mejor. Y mis deseos quedan condensados en el siguiente decálogo:
• Que remita la crisis económica y que disminuya el paro.
• Que la lacra de la violencia de género desaparezca definitivamente.
• Que las guerras dejen paso al entendimiento entre los pueblos.
• Que ETA se disuelva de una puñetera vez.
• Que los empresarios se humanicen y respeten los derechos de los trabajadores.
• Que la Declaración Universal de los Derechos Humanos sea algo más que un documento.
• Que la esclavitud, las epidemias y el hambre, en cualquier lugar del mundo, sean erradicadas y dejen de ser noticia.
• Que la buena salud nos acompañe a todos.
• Que no pasemos privaciones y podamos darnos un homenaje de vez en cuando, aunque sea pequeño.
• Que en el terreno afectivo-sentimental…¡Dios reparta suerte!
Y a ti, desconocido amigo, sabes que te deseo lo mejor, y espero poder continuar esta relación epistolar que mantengo contigo desde hace poco más de un año.
Un fortísimo abrazo y, a pesar de la que está cayendo, Feliz Año Nuevo.