No era el capitán América, solo era el amigo de Guzmán. Un apacible lugar lleno de una inmensa soledad y tristeza para casi todos!, pero no para él, que todos los días a las seis de la tarde se echaba sobre el cuerpo de su amo y amigo para recibir ese amor infatigable y eterno. Un día cansado de buscarlo, ya que hacia como un año que lo extrañaba lo encontró en ese paramo donde el amor y el destino lo fueron guiando como una luz en la oscuridad. Paso más de una década y a pesar de no verlo, el fue inmensamente feliz, porque le alcanzaba con sentirlo cerca, dentro de cada centímetro de su piel y llenar el corazón de su mejor amigo. La paz de estar con él cada día, era un remanso para su corazón que con el paso del tiempo se fue haciendo más viejo. Estaba enfermo, pero pese a ello siguió viviendo, porque cerca de él, su energía aún persistía al paso de los años. Lucho incansablemente para seguir allí, muy cerca del amor de su existencia, pero en la vida nada es eterno y llegado el momento el creador decidió reunirlos para siempre. Atrás habían quedado esas interminables caminatas donde el abrupto vuelo de una increíble mariposa le hacían correr de flor en flor con la fuerza y alegría de ser el más feliz de las mascotas. Le gustaba ver a su amigo cuando se sentaba en el porche de su estancia para meditar sobre las cosas mundanas y fumar su famosa pipa que tenía como su más preciado tesoro, ya que era un recuerdo de su añorado abuelo. Quizás el nunca pudo entender la razón de que un día, su vida cambio y en un suspiro, como esa suave brisa de verano, llegó la tristeza y soledad que lo envolvieron por completo. Cansado de esperarlo más de un año, comenzó la mayor odisea que alguien pudiera realizar. Lleno sus pulmones con el vigor del pasado y cada recuerdo afloro en sus pupilas con la fuerza y determinación que solo da el amor. Allí comenzó su travesía casi imposible para todos, pero no para él, ya que dejaría la vida para lograr su extrema felicidad. Sería muy largo de contar las interminables peripecias que transcurrieron durante su apasionante aventura, pero un día, luego de tanto luchar y sufrir, logro su ansiada meta. Pasaron más de diez años que él era inmensamente dichoso y el tiempo se hizo eterno, porque a pesar de las lluvias, el frio, el calor y los diferentes factores físico-químicos, el permanecía allí, “junto a su amigo”, en su morada final! El apacible sol de un bello atardecer, lo fueron llenando de una paz completa transformando su corazón que poco a poco fue bajando sus pulsaciones hasta que sintió en su alma, la luz divina del creador llamándolo al paraíso celestial.
PD: Porque no es posible creer que todos somos uno y que cada ser proviene del amor del creador. El no hace diferencias, porque la fuerza más inconmensurable proviene de nuestro interior.
Comentario 1.
Enviado por Victoria Ureña Risueño (18-03-2018)
Es un relato triste pero con visos de realidad.En cuántas ocasiones ha sucedido..Saludos