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Clara no lo tiene claro
Rosa no es, no existe para los santos, el rosa desaparece, allí no vas. Rosado no hay, jamás, rosilla podrida, no la sueñes, rosiña non é, se muere, no la pienses, rosa se pudre, se cae, no aguanta más, no pienses, olvídala, te mata y es falso, rosita. Rosa es el caos en el día, rosado en la sombra te pica, te araña, te hunde, es una bruja falsa, no la toques que te hiere, no vale ni un peso, no sirve para nada. El rosa no es, se cubre de flores, engaña a los hombres, no sirve, despista a los listos, mete mano en tus bolsillos, te atrapa en la noche rosada, no hay, te bate entre olas, disimula y cuenta mucho cuento, se cae y se levanta, tiene fuerza de rosa, te engaña y seduce, te tuerce y maltrata, pone la zancadilla y te ve caer y dejas de reír.
…Señores, yo no seré la niña sándwich, la segunda en la vida de Xoán, la que perderá importancia por una tercera que llegará con el tiempo.
…No seré la niña sándwich porque nunca me has querido en realidad, porque eres un faldero, solamente ahora me buscas porque la primera mujer te falla y tu relación acabaría en fracaso tarde o temprano. Non te quero rapaz, alónxate de mín.
Revisa en otras avenidas que yo no seré la segunda. Quiero que ocupe el puesto otra, juro no ponerme celosa cuando me toque verlo. Sí, cuando tengas hijos de ella y la vida vuelva a tener sentido para ti…
…Volverías a olvidarte de mí y después ya no habrá nada, pues los años van en contra. Tampoco seré la tercera ni tú querrás que lo sea. Estaré ya muy vieja y seca y sin nada que ofrecer.
No seré la niña sándwich porque no deseo llorar cuando te vea regresar al pasado a cada instante, cuando llames por teléfono a tu ex mujer o pasees con tus dos hijos, en fin.
Prefiero ser una solterona solitaria antes que estar con un ser tan comprometido, que lo mismo que dejó a la primera, dejará a la segunda, y así… hasta que se canse… y me dejará, porque yo no sabré vivir en una situación así y la vida sería insoportable para él.
Dicen que a la tercera va la vencida, pues búscate una buena pieza. Atopa a muller que te queira y déixame en soedade. Non quero que o noso sexa unha realidade máis, quero rir, quero vivir, quero esmorga e boas amizades que enchan os meus días. Fáloche en galego para que me entendas, a nosa lengua, a nosa cultura.
Clara no lo tiene claro, no hay justicia terrenal, pero de la divina, piensa que nadie escapará sin el merecido castigo, duro y acertado, no valdrá mirar a un lado, no cotizará ser primo de un poderoso, ni rezar el rosario y arrepentirse de las faltas cometidas. Clara, que no santa Clara, Clara y no clara de huevo, mujer que ve todo oscuro pero que no perderá la dignidad. Pienso en ella, afirmo que la ayudaría, necesita suerte y no dudo que le falta empuje. Le duele mucho la cabeza, en ocasiones toma pastillas, la calman, muy, muy poco a poco y vuelve a sonreír, como una rosa al abrirse cuando amanece, pero los pasillos que recorre son largos, sus colores excitantes, cuadros muy mal pintados que ganas de llorar le dan... ¿Cuando llegará a la meta?, ¿cuando lo tendrá todo claro?, yo no sé.
Se mira en el espejo y observa: le sobran arrugas, kilos. No, Clariña ya no es joven y de la vida, no ha aprendido nada, ha sido mala alumna por ser transparente, sencilla, culta e inteligente; pésima estudiante por ser justa y valiente, por no permitir injusticias y por calificar a todos como seres deficientes en sus tareas, en su moral, en su sinceridad.
Es mejor la soledad y la carencia de títulos, que luchar contra la tempestad y el granizo siendo una hoja de un hermoso árbol de otoño que cayó en un dulce atardecer que ya no puedo recordar.
No tiene dinero ni un buen novio que la quiera como se merece, no tiene amigos ni fiel esposo ¿los hay?... ¿qué tiene entonces Clarita?, es tímida y se esconde, huye de la sociedad y mientras... los años pasan... y se pregunta día a día… ¿qué es la felicidad, será un pastel, un abrazo, un hijo, el beso de un hermano o llorar?... ¿Qué es mejor?... vivir aislado en el mundo haciendo imperar tu voluntad o integrarte plenamente en una peña sin escrúpulos que todo lo hace mal, regular o no lo hace. Clara teme a la muerte que se viste de mujer, a la penosa enfermedad que la puede meter en cama meses, no sé si se casará, si será mamá, yo que ella no tendría hijos pues son muchos sus años, la pena, el descontrol, la insatisfacción, la miseria. Pero encontrará la luz solar, Dios se acordará de ella, pongo mi honor por testigo, que no reciba más castigo y que salga de una vez por todas de entre esos cuatro muros de piedra que la rodean y pueda abrir sus ojos claros para pisar firme sobre la tierra, la nuestra, y ver a los que la quieren, su familia, sus mascotas y yo... también.
Creo en la justicia divina, aunque aún... no la he conocido. Creo que ellos existen... pero les gusta el silencio, como a mi amable amiga Clara. Nos vigilan semana tras semana y hacen que muchas veces nos hagamos los locos y cometamos faltas que nos pueden costar la vida eterna. Nos necesitan, como yo a Clara, de mi casa y de mi respiración. Son mis amigos, por eso pido perdón por mis errores, fueron muchos, mejor no recordarlos hoy, mejor no contarlos para que no sean leídos por ustedes. Hizo las maletas, tiene que estudiar amarga pesadilla que no va a terminar, arregló su bolso de colores pastel, nada debe olvidar: las llaves, el monedero, sus tarjetas de crédito, el colirio de los ojos y así, en el va parte de ella, parte que si pierde o le roban la pondría a morir de pena como una orquídea en medio de una ciclo génesis explosiva.
No quiero saber del mañana, allí puedo encontrar las multas de tráfico, los cadáveres de animales domésticos en las carreteras con sus caritas destrozadas por el brutal golpe del atropello de un maldito coche, arma de hierro que hiere sin piedad a los inocentes que se le cruzan, no deseo oler el humo de cigarros, el sinsabor de la competencia desleal, el egoísmo, las amenazas y las envidias, la guerra y la lucha entre razas, el querer ser más, ¿para qué?, ¿para quién?. No a los problemas, no pensar en bichos raros de dos patas que me apuntan con sus flechas de plata, soy de carne y hueso, me pueden herir, la lengua debo guardar, pero entonces ¿por qué Dios me la ha dado?...
Claras de huevo para hacer pasteles, que ricos que están dirán los más dulceros ciudadanos de la gran ciudad occidental olvidándose de Clara que nada tiene clarito. Ignora el dulce, sé otra persona e intenta comprender a mi amiga, Clara debe caminar con la cabeza alta, los ojos abiertos y a paso seguro para que las vecinas cincuentonas que nada tienen que hacer la critiquen, debe tener una oportunidad para no meterse a monja y buscar, sin descanso, pareja. Aunque el pasillo sea largo, exista el ataque, debe caminar viendo esa pintura vieja que se cae de las altas paredes y limpiarse los pies de vez en cuando, cuando el lodo ya no la deje moverse en ese río revuelto que llaman pasillo, que acelera sus canas y ganas de gritar: libertad.
No serás la niña sándwich, pero quizás ingreses en el convento de santa Clara y hagas pasteles de clara de huevo, Jijijojo. Perdona, es la confianza, la amistad o la ignorancia la que me hace ser así. Tendré el don de herirte y perderé tu sonrisa, pues soy torpe hablando, en mis gestos y en mis hazañas de campeona, caminando también. Ese rostro angelical que me brindas no deseo olvidarlo, te ruego: pide una muerte pequeña, no importará la soledad entonces pues no te darás ni cuenta, desea el dinero necesario y una buena salud, no ser humillada, no tirada al lago en una noche de tormenta sin saber nadar. Nada pasó aún, todavía quedan muchos pasos y los análisis de sangre serán óptimos. Sé clara contigo misma y llévame de la mano que confío más en ti que en mí. Ten fe. Ten ganas, sé tú misma, llévame, te llevo, vamos juntas, somos dos… ahora somos compañeras de fatigas, aunque puede que dejemos de existir… en soledad, tú sin mí y yo sin ti.
Ahora vivo en un bajo B de un edificio con vistas a una ría, con miedo a los amigos de lo ajeno que pueden entrar y mi vida... robar, como el que puede que robe el bolso de Clara o el mío... pero será peor, será una vida la que viaje a otro mundo, nadie podrá reutilizarla como a un objeto.
Claro que yo no soy Clara, ella es la luz solar en veranos que se prestan al sueño por sus paisajes y su esplendor. Debo dormir y olvidar su reacción, debo aclararme para no acabar también en un convento donde puede que también haya mucho cuento y deba tomar pastillas para aguantar las oraciones de todos los días, son una pesadilla que me harían santa si las pudiese soportar, pero es imposible... no lo sé.
Yo soy la mujer amada, la que vive en sombras de la calle amarga, la que busca venganza si la engañan, la de andar firme que nadie comprende porque escribe ni como lo hace... de esa forma tan extraña. Ando con el calor del amor y de las amapolas, crecí predicando la armonía y la vida para mi es un dulce mal fabricado, nací en un mundo extraño donde hay muchas peleas, clases sociales, fracasos y éxitos, leed, leed y reíd, leed mucho.
Hojas de colores, variopintos sabores, bolsos sin dinero, discos de vinilo, casetes en el coche, el Renault Dacia Logan que pude comprarme... Oyen que a velocidad se acerca otro coche por la carretera, entre luces y sombras y no es un coche barato, viene lleno de trazos, lleno y vacío y trae la paz, la calma perpetua... le esperaré a ver si trae algo nuevo para mí. Mientras leeré aquella revista al amanecer mientras las luces se apagarán al anochecer y pediré a la vida tranquilidad cual la mejor virtud y el mejor resultado de un largo aprendizaje.
Vestida de negro voy yo diciendo que negro será el suelo de quienes me pisen, de quienes me agobien. Negro su sol, su luna y su estrella porque Dios me quiere bien, no demasiado, pero sí lo suficiente, me ayudará a vestirme de oscuro para saltar los obstáculos impertinentes que se me presenten, negro que será pena y luto si se me acercan. Tristeza y crisis, lamento y melancolía. Esa es la realidad.
Salud recobro y asombro, salud dorada, no perturbadora, mimada que no quiero que me abandones, claro de amor con luz lunar y a perpetuidad, llenas mis ideas de felicidad, salud que es resplandor, pertenece al alma y viene del sol, corre por el río y es buena hasta que llega al mar.
Tengo un fuerte dolor de hígado, sé que acabará conmigo luego de hacerme sufrir, pero no quiero hospitales ni clínicas, me hacen daño por ser tan grandes, por haber uniformados que dicen preocuparse por ti... falsos techos para mí, hombres sin fe ni gracia que pueden ser mi desgracia y aquí no ha pasado nada, se cubren sus faltas unos a otros y ya está.
Que no nací ayer, que soy mujer. Hombres que visten de blanco y que yo veo de gris, hombres que te dan medicinas que saben mal y te miran y te tocan sin pedir permiso... Por el día dan los “buenos días”, crean tu menú, te dicen por que pasillos puedes andar y como te debes sentar, te sacan sangre, te pinchan, te llevan a un quirófano… donde hay virus talvez, te duermen sin tú desearlo, un sueño imprevisto del que no sabes si volverás... una desconexión que puede que te lleve para siempre al final del túnel. Yo no los veo nada claros, yo lo veo todo ocre, yo no me fío de ellos, no soy un experimento, mi gripe deben curar, mi hígado ya no sé, cometí demasiados excesos alimentarios. Pero ellos, debían ser lo suficientemente sabios como para ponerme en pie, bien, fuerte, ágil, única, todopoderosa, con futuro. Ellos, ellos y ellos, pero no. No sé. No quieren, no saben, no piensan…
Hombres con vocación de hombres, más no de santos, falsa moral, que pecan como los demás, hombrecillos sin más. Hombres que podrían ser fulanos que no aprecia Dios, es difícil caerle bien al Creador, al gran Señor. Personajes de cuento con los que nada se puede hacer, batas blancas que se ensucian como cualquier otra prenda de ropa, que hay que lavarlas en la lavadora y secarlas al sol...
Quisiera retroceder, no ser juzgada, ¿para qué?, si quieren dijo que son “grandes” y aquí no ha pasado nada, hombres que están confundidos, que saben de bacterias, de carne y huesos, de glóbulos rojos... pero no de fe.
No todo lo tienen claro, como pasa a Clara y a mí. No somos santos ni dulces ni sinceros, ni verdaderos, somos el producto de la sociedad de nuestro tiempo a la que será muy difícil cambiar. No creo que tenga el perdón, pues Dios desde su diván de cuadros amarillos y azules estará viendo el concurso de la televisión pensando que tendremos que volver a nacer. A él no le importa que eso pase, le da igual que repitamos curso, que tengamos que comprar de nuevo libros, es lo mismo.
No tiene claro que tenga que salvarnos, el tiempo es eterno y se vale de que la carne sea débil para tenernos esclavizados en la Tierra muchos, interminables años, como gusanos, caracoles, gatos, caballos, arañas, o como personas... en el peor de los casos, para producir el caos, la injusticia y la guerra que marca nuestro tiempo y de la que todos somos un poco responsables.
Guerra que vas y vienes y lamentablemente a algunos, entretienes, que crea el negocio de las armas, que nos hace ver noticias tristes que nos siembran inseguridad, pesar.
Guerra no debes estar ni para Clariña ni para mí, debes terminar un día y permitirnos no tener que pensar en si habrá ataque, en si se venderán armas, en la bomba atómica, y en los seres, ayyyy los seres que pueden hacer uso de ella, quizás borrachos, drogados o embobados con la posibilidad de hacer daño, de oscurecerlo todo, de hacernos verlo todo imposible, la paz, la armonía, la luz solar.
Enviado el 15 de marzo del 2011
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