El mar, destino del hombre.
Espuma de sal
En un mar inmenso
Quietud y silencio
En un azul profundo
Sonidos de gaviotas
Llenas de avidez
Vuelan en un cielo
Celeste de esperanza
Colmadas de misterios
Las olas se mecen
Entre cardúmenes de peces
Plenos de energía y color
Cuando la tormenta llega
La creciente paz otrora
Deja surgir las tinieblas
Y el temor al piélago
Un manto de soledad
Cubre la noche oscura
La belleza se hunde
En la profundidad absoluta
Allí, donde la luz se pierde
Las mas increíbles criaturas
Danzan con el frenesí
Y la furia de la tempestad
Colosales figuras dantescas
Esperan el nuevo día
Para retornar como siempre
A su paraíso mas querido
La fuerza de la vida
Transforma la infelicidad
En un canto de paz
Y angélica armonía
Así una y otra vez
Para beneplácito de todos
La alegría vuelve a renacer
En cada nuevo amanecer
Dicha sostenida en el tiempo
Es el tesoro incomparable
En donde la fantasía
Duerme su mejor sueño
Tan solo océanos de agua
Pero en su magnificencia
El esplendor de su esencia
Que jamás debe morir.