A lo largo del día iremos viendo que es lo que se avecina, que tales requerimientos nos solicita la rutina.
Tal vez, tengamos ganas o necesidad de trazar algunas líneas qué escribir y dejar publicadas en polseguera.
Tal vez, tengamos interés de sumergirnos en la oficina correspondiente para asumir nuestras obligaciones fiscales y liquide usted.
Tal vez, nos convenga parar en el obrador qué pan tan delicioso aun siendo comida procesada.
Tal vez, aguardar a la tarde a que abran la biblioteca y rebuscar en alguna de sus cientos de páginas.
Tal vez, acudir a la entrada de algún almacén a comprobar si vale la pena entrar o no.
Tal vez, dediquemos energía y soledad en comprender el trato humillante que hemos recibido y recibimos de algún familiar poseído o no por la altivez.
Tal vez, abramos uno de esos libros que nos llaman la atención pero del que no entendemos nada, y aún así seguimos leyendo intentando entender.
Tal vez, nos apliquemos algún cuento del que hacemos gala hacia el prójimo.
Tal vez, intentemos descubrir el origen de nuestras aflicciones.
Tal vez, nos propongamos descodificar nuestras deficiencias y excesos.
Tal vez, necesitemos parar en algún lugar donde la tranquilidad nos perturbe y escandalice y nos redirija hacia nuestro interior.