¡Un pedazo de papel sobremesa blanco hogar…! Ojalá.
La luz de la tarde solar ilumina los árboles de la ciudad.
Un insecto más propio de la pradera ha venido a las calles, y al pasar los autos silencia su discurso.
Algo se cuela por la ventana, así los rayos del atardecer hacen claridad.
Un texto, un escrito, una prosa.
En este caso no hay tinta, en este caso hay tecla.
Tecla para que cuenten; y narren algo, cualquier cosa, como un desvelar.
La mesa sostiene, ofrece estabilidad.
¿Hule?, no, no hay hule.
¿Manual para aprender a colocar comas?
No, no hay tal tomo. Así que…
Pero…, igualmente algo hay para contar.
Aun sin ideas, como un bote de tinta vacío.
Y las palabras se marchan en dirección al final, quedándose una o uno en solitario en el acto de lectura.