Los políticos quieren ver el futuro –siempre como más les convenga–, y sin embargo, carecen de la capacidad moral de ver el presente. A 9000 niños dejan morir de hambre diariamente en el mundo por citar un solo ejemplo.
Estos políticos utilizan una serie de elementos de distracción para que nadie se alce contra realidades terribles, porque de alzarse los pueblos contra esas barbaridades, se resentiría la economía de “las vacas sagradas” del poder.
A decir verdad, el presente es terrible para millones de seres humanos.
Y el poder malversa o despilfarra montañas de dinero en vez de mejorar la calidad de vida de millones de personas.
Y la sociedad lo permite porque la clase ejecutiva usa esos elementos de distracción que alejan el foco de los problemas reales que en el siglo XXI las gentes no deberían dejar que existieran como por citar algún ejemplo el hambre o la pobreza energética.
¿Y por qué los políticos gastan archimillonadas en gilipolleces en vez de obrar humanitariamente y erradicar el hambre en el mundo?
La respuesta es sencilla: por intereses económicos.
Los países pobres están endeudados con los poderosos y con la banca y a éstos les interesa que cada vez la deuda sea mayor. Con el mundo así, por otro lado, los gobiernos que ostentan el poder pueden especular con las cosechas y las grandes multinacionales encuentran mano de obra superbarata.
¿Y por qué la sociedad no denuncia esos hechos o repudia a los políticos que permiten eso?
La respuesta ya te la he dicho: desvían nuestra atención del foco de los problemas –para eso pueden llegar a malversar o despilfarrar muchísimos millones– valiéndose de sus siervos mediáticos y repitiendo las mismas mentiras millones de veces para que terminen calando como ciertas en la población.
También, la clase política habla de una unidad de todos los castellanos para enfrentarse a enemigos imaginarios en vez de fomentar esa unión contra enemigos reales como por poner un solo ejemplo las hidroeléctricas que multiplicarán por cuatro sus precios en fechas de ola de calor u ola polar.
Ni una sola persona de este país tan, ay que me da la risa tonta, “unido” se ha manifestado contra las hidros.
¿Por qué?
Porque en estos casos la clase política agarra de las bridas a sus bestias mediáticas: “So, caballito”.
La gente solo actuará acorde con lo que le programe la televisión.
Nuestras mentes son un software programado por los elementos mediáticos.
Nadie se ha manifestado aún contra las hidros y nadie lo hará aunque en el país miles, miles y miles de personas duerman en invierno casi al borde de la congelación.
Pero según palabras textuales del presidente del gobierno: “La nación está unida y es imparable”.
Todo un tópico de “la cultura de la impunidad”.
4-9-2021