Celso era hombre de casi seis pies de alto,
era hombre de pocos alimentos más poca panza pues tabla.
Cara y mirada encarecida, enrarecida,
de cabello escaso, corto y cano,
y volviendo a la mirada, que la tenía algo frustrada.
Y el señor, este señor, pues andaba bien necesitado de escuchar,
y absorber tragedias, dramas, lamentos y desgracias.
Y qué mejor si fuesen ajenas mucho mejor.
Un adicto a contar le cuenten sucesos escabrosos,
pues a dar malas noticias cuanto peores... mejor.
¡Qué adicto más grande a contar achaques y penalidades!
¡Sabes que le ha pasado a....!