¿Vivir? ¿Para qué? ¿Morir? No tengo tiempo. Entonces, ¿qué hacer? ¿Dejar desgranar los minutos uno a uno, viéndolos pasar sin aprovecharlos? ¿O agarrar cada grano de arena antes de que caiga? No se qué hacer. No quiero irme sin ver crecer el fruto que he plantado. Pero tampoco quiero que esa manzana vea que su raíz estaba podrida. Dejaré que pasen los días sin aferrarme a ellos. Dejaré a los minutos danzar al son de la oscuridad. Y dejaré que los segundos corran como alma que lleva el diablo. Cuando enarbolen el estandarte del fin, a mí, si Dios quiere, ya no me importará.
Manuel Fernandez (foniber@hotmail.com)
Enviado el 16 de septiembre del 2007