Acércate al horizonte claro
de vivas miniaturas,
déjalas que se eleven etéreas
y agiten sus contornos junto a la luna.
Ellas acunan el vacío de la noche,
ojo abierto y oscuro del mundo
sin mirada.
Son el escondite ideal del ocaso,
ardiendo eróticamente en locura.
En la cumbre del abismo,
lamen las quimeras con bocas misteriosas
entre soles y sombras,
como amantes audaces
en intimidad concupiscente.
Acércate al profundo y blanquecino
cuadrilátero de tu sentir,
y peina al monarca de tus sueños.
Rapta los cálidos pliegues de tu musa,
como un flamígero ondular
de vivas miniaturas,
que prometen unir en tu horizonte claro
la voluptuosa gestación
del majestuoso poema de la vida.