Yo y mi soledad de años, empujan mi cuerpo al abismo
mi alma pide a gritos tu pronta ayuda
esa mano que me aparte de mi triste destino
esos brazos que me abracen tan fuerte
y me hagan sentir seguro y protegido
una voz que no lastime mis oídos
y se transforme en una dulce melodía.
Ya no tenía fuerzas para seguir
y en el peor momento de mi vida
Dios me envío un ángel, que me da fuerzas y esperanza.
Como un rayo de luz llegaste a mi vida.
Luego de una larga charla, depositaste tu mano en mi corazón
en ese instante ganaste mi confianza y todo mi cariño.
Antes de partir te pregunté tu nombre,
mirándome a los ojos me dijiste Gabriela
Gustavo Adolfo Ferreira (gustavoadolfoferreira@yahoo.com.ar)
19 de febrero del 2005
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