Es el salón de espejos de la risa
de nuestro dia a dia, la mirada.
El reflejo deforme de la brisa
y tras el tul la rutina alterada.
Evoca azul, el sol, la maitinada.
Las líneas se abren tersas en el cielo.
Y negra la pupila, sola, ajada,
mira esperanzas blancas alzar vuelo.
Rojos, dorados, verdes y marrones
son los árboles de mi otoño oculto.
Secos robles, encinas, o cipreses
se descubren en árido tumulto.
Bajo la oscuridad el día se cierra
y al fin la realidad se hace presente.
Sordos engaños, que hacen vil la tierra,
que aturden la alegría de la mente.
Ves y no ves. De lo que veas nada
podrás asegurar como certeza.
Tu vista permanece abandonada
en el recreo de la sutileza.
Llama a tu corazón. Pregunta entonces
qué de cierto o de falso es lo que has visto.
Del mar la luna portará en sus bronces
el recuerdo, sí o no, de que aún existo.
Dicen de rumorosos pinos verdes
Que enlazan en riberas arenosas
las huellas del camino que tú pierdes
y las que la sal porta cautelosas.
Maria Teresa Aláez Garcia (pernelle@terra.es)
Enviado el 4 de marzo del 2008
Webs:
http://www.e-stories.org/author-details.php?&aut=malae
http://espanol.agonia.net/index.php/author/0024905/index.html
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