La luna se tiñó de rojo
y las nubes lloran su congoja;
mi corazón se aferra a la memoria
y sufre por mi raza destruida.
Nuestras raíces dan sentido a la existencia
y en su color duermen los misterios,
que la muchedumbre entierra
en cementerios etéreos.
¡Regala tu gran alfombra de amor hermano!
y cobija tu suelo, para recibir brotes nuevos.
Extingue los demonios que anidan en tus venas
y regala a la humanidad una luna nueva.
Luna limpia y vestida de seda
que ilumine en su gran manto celeste
a innumerables hermanos sin color,
que desprenden aroma a historia.
Mari Acosta (poemasdemary@hotmail.com o romary@sinectis.com.ar)
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