Hoy he vuelto a mi castillo de Bobastro, allí en la
serranía. Puedo pasear entre sus ruinas, en un estado
parecido al que yo me encontré cuando huía del walí de
Málaga. Y de esto ha transcurrido ya más de 1.100
años. Pero mi espíritu sigue aquí, en este mundo
terrenal, y yo, Omar Samuel Ben Hafsún, me siento
orgulloso de mi tierra, ahora y siempre, la serranía
de Ronda.
Fui Mozárabe, moro converso al cristianismo, llamado
entonces Samuel. Sin embargo, aún para todos seguía
siendo Omar, y siempre lo seré. Pero antes ya había
conquistado para los cristianos vastas extensiones,
desde Écija hasta Jaen, sin olvidar por supuesto la
mayor parte de la serranía. Tres grandes enemigos
tuve, pero fue Abd al-Rahmán III, nieto de Abdalá y
sucesor suyo, quien intentando vengarse cuando mi
muerte ya era consumada, hizo posible esta eternidad
mía, desenterrando mi cadáver y el de mi hijo Chafar,
para exponerlos a merced del populacho moruno en
Córdoba. Pero Chafar no era yo, no podía sentir como
yo. Y por eso pudo zafarse de esta eternidad, a veces
maldita, a veces deseada. Yo soy el adalid de los
cristianos en la serranía, y aquí debo seguir, con mis
dominios, porque siempre lo serán. Y pase lo que pase,
velaré por ellos. Pero también quisiera descansar de
una vez. Y yo sé que es imposible. No, porque mis
restos están esparcidos en la serranía, y nunca serán
hallados ni recuperados. Mi alma está aquí, y aquí
seguirá infinitamente. Recorrer la serranía una y otra
vez, no hace sino acrecentar mi deseo de seguir aquí
en realidad, a pesar de la soledad que me invade.
Tamaña belleza no puede ser de ninguna manera
despechada. Y yo, que tanto di por ella, y por sus
gentes, inevitablemente debo seguir siendo su
guardián. Porque sus gentes de ahora, al fin y al cabo
mayoría son descendientes de aquellos, y algunos, sin
duda, lo serán míos también.
Serranía de Ronda, ay, como desdeñar tan increíble
paraje. Aún, entre los restos de mi castillo de
Bobastro, puedo contemplar una de las iglesias
mozárabes por mí construidas, tallada en la roca
virgen. Cuando recorro el valle del Genal, con sus
castaños, sobre todo en otoño, nunca deja de
impresionarme su espectacular colorido, otorgando al
entorno una desbordante armonía. Sutileza
paisajística, sorprendente vegetación, sin lugar a
dudas la serranía de Ronda desata todos mis sentidos,
llevándome a un éxtasis indescriptible. El peñón de
Benadalid, la Loma de la Sierra, en pleno valle del
Guadiaro, con sus laderas acogiendo pueblos de gran
abolengo. Tantos y tantos lugares para mí valiosos,
significativamente profundos, motivo de desbordante
frenesí, que me llevan a una y otra vez al recuerdo de
tiempos pasados en que aún era dueño de todo, dueño de
esa magia que invade a la serranía de Ronda...
Y, por eso, sigo aquí, yo, Omar Samuel Ben Hafsún,
príncipe de los mozárabes, adalid de los cristianos,
titán triunfador para algunos y bandido sin embargo
para muchos, hasta el momento del juicio final. Y si
alguien pregunta: ¿Quién cuida la serranía? Entonces
yo diré: Aquél que la siente en sus entrañas, desde
tiempo inmemorable. Y seguro que en toda la serranía,
y con ella todos los andaluces, podrán escuchar mi
voz, la voz de su mayor y más humilde servidor...
Francisco Arsis Caerols (mark66b@yahoo.es)
8 de junio del 2004
Sobre el autor:
Francisco Arsis nació en Alcoy (Alicante) en 1966, y actualmente reside en la ciudad de Almansa, provincia de Albacete. Aunque es funcionario, su interés por la Literatura y la cultura en general le empujó desde muy pequeño a escribir, decantándose pronto por los cuentos y relatos cortos. En 1998 logró ser finalista en el 4º Certamen Literario de relatos breves organizados por "Libros Diez" en la propia ciudad de ALmansa, con el relato "Claro de Luna", lo que definitivamente le animó a seguir escribiendo con asiduidad. Ha publicado sus relatos en prensa y medios digitales, con gran éxito de público.
Con la reciente publicación de su libro "Aventura en el pasado", novela de corte histórico y fantástico, el autor inicia así su incursión en un género que siempre le resultó especialmente atractivo y que por fin ha decidido abordar.
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