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Recuerdo a mi padre, como un hombre bueno y cariños, siempre pendiente de su esposa y de sus tres hijos, trabajador amable y un buen amigo. En el pueblo era recordado como una persona buena y honrada.
Aunque haya trascurrido 55 años, recuerdo aquella noche, que me desperté al oír un fuerte y angustiado grito que me hizo estremecer, me levante asustado y corrí desesperado. De la habitación de mis padres salían voces chillidos y lloros, por un momento me detuve asustado, sentí una rara angustia, entonces era muy pequeño y no comprendía nada, entre en la habitación y me refugie en los brazos de mi madre, me apretaba muy fuerte, como si intentara protegerme de algo, mire hacia la cama y pude contemplar a mi padre con los ojos inmensamente abiertos, a su alrededor todos llorando., yo me preguntaba ¿que estaba pasando?, volví a mirar a mi padre estaba completamente inmóvil lo que mas me impresiono fueron aquellos ojos sin vida , entones me di cuenta que ya no volvería jugar mas con el, ni sentir sus caricias, sus mimos, dentro de mi sentí un fuerte frío sin saber definirlo, lo que comprendí es que algo muy gordo terminaba de pasar . Todos andaban como locos e ignorando mí presencia.
Tenía seis años, un fuerte dolor oprimió todo mi cuerpo, como si algo me ahogara y no me dejase respirar. No entendía la gran perdida que acababa de sufrir. Pero fuerza se apodero de mí haciéndome sentir mayor de repente con ganas de ayudar y proteger a mi madre y todos los míos sobre todo a mi hermanita pequeña que tenia tres años.
Mi madre era una mujer muy joven, tenia 36 años y termina de pasar por el inmenso dolor de perder a su esposo, el que había sido su compañero durante 12 años, no podía derrumbarse, le quedaban tres niños pequeños de nueve, seis y tres años por quien vivir y luchar. Paso unos días terribles, aun recuerdo verla llorar por todos los rincones de la casa procurando hacerse fuerte delante de nosotros. Así trascurriendo unos días, andábamos todos como sonámbulos como buscando algo que no aparecía.
Pasados unos días nos reunió a todos y nos hablo diciendo que la vida debía seguir adelante procurando hacer las cosas lo mejor posible. Como siembre reacciono la primera era una mujer admirable.
Mis abuelos vivían con nosotros , nos ayudaron mucho, eran mayores pero lucharon mucho para que no nos faltara nada, mi abuelo trabajo con todas sus fuerzas, nosotros lo queríamos y lo respectamos como si se tratara de nuestro padre, pero aun así mi madre tenia que pasar delante de todo, llegaba sudorosa y cansada del campo (era una faena muy dura para una mujer), tenia que hacerlo para sacarnos adelante (nosotros éramos muy pequeños) al llegar tenia que arreglar la casa la comida, también darles de comer a los animales, no recuerdo nunca haberla oído quejarse, era una mujer trabajadora y buena que al perder a su esposo se dedico por entero a sus hijos, fuimos creciendo respectándola y ayudándola en todo lo que nuestros pocos años nos permitía, aun así no podíamos reemplazar el sitio que dejo mi padre al morir.
Fue pasando el tiempo, nos hicimos mayores, nos dedicamos ayudar a mi madre en las tareas del campo, al pasar los años seguimos diferentes caminos, mi hermano mayor fue el único que siguió viviendo en la casa familiar pero dedicándose a otro trabajo.
Mi madre sus últimos años los paso mimada por sus tres hijos, contemplándonos se sentía orgullosa de lo que había conseguido, no se acordaba para nada del duro trabajo realizado hasta ver su gran obra terminada, que todos fuéramos trabajadores y honrados como ella nos había enseñado.
Poemas y relatos por María Teresa:
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