El hombre que no sabe callar mientras te mira
No podrá nunca caminar en la noche
Ni abrazar a los ángeles
El hombre que no sabe olvidar sus miedos
No podrá sonreír a las mujeres hambrientas y tristes
Y es que nunca entenderemos la ternura
Ni la violenta y feroz caricia
Que puede envolver
Y seguir alimentando un amor terminado
Antonio Marín Segovia
La verdadera vida nos obliga a morir diariamente
Rodeados de palabras y miradas rotas
Las montañas nos despiertan
Lejos de los secretos que envuelven tus palabras
Y no hay río que necesite de voces y miradas
Para ser limpio e interminable
Como un sueño de niño
Tiene hambre la mañana de tu alegría
Y la vida nos mira para olvidarnos
Logrando que la muerte muera
En cada paso
En toda respiración
Antonio Marín Segovia
Hoy he sentido que no hace falta que el sol
Y los sueños me acompañen
Para saber que no puedo seguir caminando
Sin que tu mirada y tus sonrisas me esperen
Al anochecer
En nuestra casa
Siempre tan llena de espejos limpios
Y de ternura inesperada
Hay un muro lleno de hiedra joven
Al final de la calle
Y muy dentro de nuestros corazones
Que nos protege de tantas palabras tontas
Y de tantos miedos y mentiras casi nuevas
Antonio Marín Segovia
'Miradas cerradas'
Se cierran los ojos al besar
Y desaparecen todos los espejos
Tu boca se hace jardín
Al mirarnos
El mundo vuelve a nacer
Sin leyes ni dioses
Ni una palabra
Ni un silencio
Ni un sueño
Nada es necesario
Si puedo sentir tu sangre
Si puedo vivir tu amor
Antonio Marín Segovia
Te miro a los ojos al despertar
Y no encuentro la puerta de tu corazón
Ya no son mis manos esas montañas y bosques
Que se llenaban de veranos feroces
Y sueños locos al mirarte
Pues ahora soy incapaz de pronunciar tu nombre
Hoy mi corazón es tan transparente
Como todas tus mentiras silenciosas
Y tu boca ya no podrá desnudarse
Con mi luz
Con mis risas de niño grande
Antonio Marín Segovia
13 de marzo de 2006
Me siento perfecto cuando tus manos me miran
Y entienden mi tristeza
De río joven
Es bueno poder sentir tu calor
Y vivir dentro de esa mirada
Suavemente feroz
Es bueno crecer contigo
Cada vez que me olvidas
Cada vez que me entiendes
Y soy real y montaña conquistada
Cuando tu boca me nombra
Me siento perfecto
Cuando tus manos me miran
Y entienden mi tristeza de río joven
Sí
Realmente necesito decir tu nombre en voz alta
Y comer en tu vientre en todas las estrellas cansadas
Que traviesos ángeles esconden
Hoy quiero
Caminar dentro de tus sueños
Para creer que somos tan grandes
Tan eternos
Como una sonrisa
O como el pan de mediodía
Y el vino que baña nuestros rostros
Y es bueno no tener palabras
Ni silencios
Ni refugios
Para poder sentirte entera
Seguramente eres libre siempre
Y tan invisible y necesaria
Como es la luz del verano
Antonio Marín Segovia
No necesito la mano de Dios
Y el permiso de los que matan
Para poder atravesar el abismo
Para viajar al fin de la noche
No preciso billete
Pues ya estamos todos borrados
Muertos y llenos de ceniza y viento
Nos han robado las palabras y las olas
Nos han arrancado las sombras y el color
De los abrazos
Ya no hay campos ni infinitos
Que se acunen en esa boca
Y en el fuego que se abre en los cuerpos
Desnudos con cien veranos marchitos
Ahora ya no hace falta ser otra vez niño
Para ser libre y poder reír
Cada vez que respiro desnudo
Qué tranquilos y limpios se sienten mis ojos
Cuando se pierde mi boca en tu espalda
Pues sé que eres tú
La única que puede sentir lo que realmente
Crece en mí cuando nadie puede verme
Antonio Marín Segovia (antoniod17@ono.com)
8 de octubre del 2007
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Sobre el autor:
Antonio Marín Segovia, nacido en Valencia ciudad el 17 de diciembre de 1960. Intento diariamente vivir de manera poética, alejado de los ruidos y oropeles.
Creo que debemos ser mejor que nuestras propias palabras, que nuestras propios silencios, pues la mejor música es la que emana de nuestras miradas, de nuestras caricias, de nuestros abrazos.
Regalar unas palabras, unos pensamientos es la mejor manera de vivir y compartir la belleza con el resto de nuestros semejantes.