¿Acaso has visto, alguna vez, de qué color es la tristeza?,
me preguntas, amiga.
Lo he visto ya, ¡si ella ha sido, de siempre,
mi amante y compañera!
Es el color del resquemor del llanto apenas contenido
en los oscuros tallos que guardan, de tus ojos, las riberas;
el del dolor del no ser, desbastando al espíritu;
es el de la aflicción, vaciándote el alma.
Es el color del dolor de saberte arrumbado al Olvido,
donde el artero Tiempo deshilacha recuerdos
y esperanzas desecha.
El color del silencio espinoso de una alcoba vacía;
el de un lecho donde el Amor malgasta
madrugadas sin besos,
suspiros sin palabra;
el de una boca grávida de besos natimuertos
carentes de destino en otra alma.
Es el color de un brazo que se extiende en gemido
para sólo alcanzar el sollozo de un recuerdo tendido
en la yerta mitad de una cama;
el color de un mordisco de rabia
que se muerde mordiendo
llanto de soledad en la almohada.
El color de una espera sin fin, que se pierde en la Nada
en las noches amargas, sin sonrisa de luna,
huérfanas de luceros,
pordioseras de estrellas,
en la que los gélidos huesos del alma se nos duelen.
presintiendo el sepulcro de sueños sin mañana.
Es el color, amiga,
del silencio maldito
que silenció al sonido
de las - Te amo... - dos mágicas palabras.