Esteban, vamos a jugar a los vaqueros. Ponte ese gorro que te regalaron en Navidad y juguemos. Seamos felices. Los mayores dicen que más adelante ya no lo seremos. Aprovechemos el momento y el gesto infantil. Tu serás John Wayne y yo Gary Cooper.
La cama era la carcel y él venía a rescatarme de los indios malos. Por cierto, los sioux eran muy malos y peligrosos porque tenían flechas y sus rostros eran pálidos y pintados con sangre de oso.
Me cogía y nos montabamos en un caballo. Un caballo muy particular: es delgado y con un pelo muy duro. Era igual que una escoba. Cabalgabamos por el pasillo de casa. ¿Qué pasillo? Era las hermosas y gigantes montañas en las cuales nos esperaba la banda de “El Niño”. Sálvame de los malos Esteban.
Risas, sudores, acontecimientos. Todo esto tenía su recompensa. Mamá nos esperaba para comer, mientras que papá leía el periódico y escuchaba a un tal Serrat.
Más tarde, el resto del día era acompañado del cine Exin, el Scalextric, el barco pirata de Playmobil y los Airgamboys.
A la cama, hermano. Mañana toca cole. Vaya rollo. Qué duro es tener que ir a clase cuando el fin de semana ha sido especial. No pasa nada. Mañana me volverás a salvar de la banda mala y seremos el Guerrero del antifaz y Robin Hood.
Por cierto, tenemos que convencer a los papás que nos compren las flechas y el arco: ese que sale por la tele.
Buenas noches, pequeño. Gracias por salvarme una vez más.
Javier Gil (javiergil15@wanadoo.es)
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