El rincón literario: Al paso por la vida

Vine al mundo en un soleado día de mayo, en un pueblo de la provincia de Lérida.

Era el segundo hijo de una familia de la clase media, donde la disciplina y la rectitud eran las bases sólidas de la educación, estaba compuesta de unos padres jóvenes junto con los abuelos, donde viví una niñez muy feliz.

De esta etapa de mi vida tengo unos recuerdos maravillosos, los años del colegio, los juegos infantiles, las largas tardes de primavera jugando en la calle, y los días veraniegos llenos de juegos y aventuras en un ambiente sano de un pueblo lleno de encanto, rodeado de montañas en plena naturaleza.

De allí un buen día por cuestiones de trabajo nos trasladamos a otro pueblo cercano, pero a pesar de su cercanía tuve que abandonar a mis primeras amigas, por lo que pase momentos difíciles debido a mi pronta edad, a consecuencias de esto encontré nuevos compañeros de aventuras y juegos, pero sin olvidarme de mis amigos anteriores.

Quedando atrás las travesuras de mis primeros años, empecé la etapa escolar.

Debido la rectitud de mis padres, y puesto que fui a un colegio de monjas donde exigían un nivel alto de estudios, tuve que dejar un poco atrás los juegos y emprender una nueva vida, el cambio no me resulto muy difícil, ya que me encantaba aprender, procure aprovechar el tiempo a lo máximo, en aquellos años no todo el mundo podía ir al colegio y viendo que muchas de mis amigas y amigos no iban, agradecí en gran modo poder asistir.

Al mismo tiempo la familia fue creciendo, ya éramos cinco hermanos en el hogar familiar y siendo la mayor de las niñas y con gran disgusto, tuve que dejar los estudios, para ayudar a mi madre en el crecimiento de mis hermanos.

Mis padres tenían una mentalidad un poco austera, para ellos los varones tenían que tener una carrera y las mujeres una pequeña cultura y que estuvieran bien preparadas para los quehaceres domésticos.

Pero aun así toda mi gran vocación era ser escritora y en mis ratos libres me dedicaba a escribir pequeños cuentos infantiles, dado que a pesar que a los trece años ya no asistí más al colegio, la enseñanza adquirida no la olvide y disponía de un gran vocabulario.

Mis padres fueron trasladados de nuevo rompiendo otra vez con mis costumbres y amistades adquiridas, esta vez fueron mas lejos cambiando de provincia.

En mi nuevo hogar en la provincia de Huesca, pase tres años, conocí nuevas costumbres y nuevos amigos, a los cuales tuve que volver a dejar.

Teruel fue el próximo destino, fueron ocho años maravillosos y muy difíciles de olvidar.

Teruel entonces era pequeña capital, mucha gente se conocía, viví una vida como todos los jóvenes de mi edad, salíamos todas las tardes a pasear por la plaza del “Torico” eso es típico en Teruel y así fueron pasando los días, los meses y los años. Yo continuaba en casa ayudando a mi madre. Por lo tanto sin estudiar ni trabajar.

Tuve grandes amigos incluso admiradores, me sentía orgullosa de vivir en la ciudad de los amantes.

El tiempo fue trascurriendo hasta que cumplí 22 años. Entonces conocí al que hoy es mi esposo, coincidió que por aquella época tenia que regresar a Cataluña.

Fueron unos tiempos difíciles, ya que acababa de conocer al hombre con el cual pensaba pasar el resto de mi vida y tenía que irme, pero aun así el destino estaba escrito, teníamos que estar juntos.

Al trasladarme a mi tierra natal, no paso mucho tiempo para que el hiciera lo mismo.

Cuando estuvimos nuevamente juntos, lo primero que se hizo fue buscar trabajo para el, y una vez conseguido lo siguiente fue encontrar una vivienda para empezar una nueva vida.

Después de haber estado tantos años cambiando de residencia, volví a la tierra que me vio nacer estableciendo en ella mi hogar.

Han pasado muchos años, tengo dos hijos y tres nietos y ahora me dedico hacer lo que en mi juventud no pude “emborronar papeles”.


“Hay que esperar, ya que con el tiempo todo llega y todo se consigue, (la paciencia no es un defecto sino una virtud)”