Nunca vimos el sol,
Sólo la locura nos unió,
La misma que nos separó.
Amor silencioso, miedo a la estabilidad.
Fue bonita aquella falsedad,
Latidos de algodón,
Cerebros condenados a la cárcel del desamor.
Sentenciados a la distancia,
Instantes cortos, intensos, preguntas sin despejar.
Los veranos eran fríos,
Los encuentros fugaces, común nuestra soledad.
Dueños de la desconfianza,
Aprendices de la ilusión.
Oscar Graf (ografp@gmail.com)
Enviado el 17 de marzo del 2008