Dos prostitutas brasileras tomando sol en la terraza me pidieron que me quedara.
No tenían problemas en mostrar sus tetas desnudas.
(inyectadas en silicona eran algo raro de ver)
Yo no quería problemas con ninguna, chicas por dinero es un juego caro y dura poco.
Estaba buscando mi momento de paz, necesitaba sentirme sólo, no era mi mejor día.
Había perdido todo el sueldo en el bar de enfrente y tenia hambre, podía sacara a cuenta pero aun no me decidía por como empezar con eso, prendí un cigarrillo y me senté mirando el cielo cargado de smog, odiaba el corazón cancerigeno de esa ciudad y esa ciudad me odiaba a mi.
Un chico de pueblo intentando mantener la cordura, subiendo de un subte a otro y durmiendo en los colectivos y chicas que huyen de las miradas y te corren a empujones de todos lados y empleos despreciables con jefes mas despreciables aun.
No era una tarea fácil, necesitaba estar sólo en esa terraza fumando el ultimo Marlboro estrujado y no escuchar voces ni autos ni insultos.
Lo estaba logrando, estaba aterrizando en mi mundo pacifico cuando ellas decidieron que tal ves era buena idea hablar con ese chico que fumaba y escondía los ojos detrás de unos anteojos de sol rayados.
Levantarme se me hacia un acto muy lejano, tenia las piernas destrozadas de cansancio (mi nuevo ex empleo había sido poner planchas de durlok, 8 horas subido en una escalera y el yeso en mi cara, asfixiando, riendo, molestando y el Shuiiiiiiiiiiiik, Shuiiiiiiiiiiiik, Shuiiiiiiiiiiiik, de la agujereadora perforándome los tímpanos) las vi llegar, una morocha y la otra rubia (teñida por alguien que la odiaba mal) eran todo tetas infladas y sonrisas de hiena, pensé que en realidad era un momento bastante excitante pero en mi mente solo lo sentía como algo grotesco, bizarro, un capitulo de Batman de los 60, demasiado de todo para demasiado poco.
La rubia se inclino para estar a la altura de mi cara y cubrió mi campo visual con esas dos cosas colgando debajo de su mentón, más allá se veían las piernas, pero era difícil tomarlas en cuenta con tanto en frente.
Lo debe haber notado por que chasqueo los dedos antes de hablar.
"¿Hola, tene un igarrilo?" era bastante difícil entenderle, supongo que en su oficio hablar no era una prioridad, moví la mano con el Marlboro a medio fumar y le hice señas de que era el ultimo.
La morocha que estaba atrás (en realidad eso lo supongo ya que estaba otra vez hipnotizado por esas tetas descomunales y deformes) soltó una risa que sonó a grito, me asusto bastante como para que se me cayera el cigarrillo, putie por lo bajo y cuando lo fui a agarrar la rubia giró y me dio un tetaso, estiro la mano y se lo llevo a los labios.
"¡He que es el ultimo!" dije yo mientras me limpiaba la cara, esas tetas debían tener al menos un litro de bronceador cada una.
La rubia abrazo a la morocha y le paso el cigarrillo, me miraban fijo y con media sonrisa, brillaban y me tapaban el sol, ¿que mierda estaba pasando ahí?, esas boludas se estaban fumando mi ultimo cigarrillo y encima se reían, era demasiado.
"No entienden que no tengo guita y ese es mi ultimo cigarrillo"
Me levante despacio, no quería que mis piernas fallaran, lo único que me faltaba era terminar en el suelo con dos brasileras chorreando bronceador y riéndose de mi estúpida suerte.
"Era broma garoto, no te enojes"
Pero la rubia tiro el cigarrillo fuera de la terraza (la mente es extraña a pesar de lo molesto que estaba pensé "pobre el infeliz al que le caiga esa colilla en la cabeza")
"Que mierda haces" todavía no estaba gritando pero faltaba poco, instintivamente me asome por un costado de la terraza, obviamente no había nada que rescatar, me dio vértigo y me maree, vi puntitos blancos y sentí que iba a caer, no me asuste, pensé que tendría su lógica, en algún universo paralelo yo debía estar bien, sin ninguna brasilera que tirara mis cigarrillos o me embadurnara de bronceador con olor a coco.
Me agarre de la baranda, cerré los ojos y espere a que desparecieran los puntitos y el mareó, después retrocedí, finalmente me quedaría en este universo, volví a donde estaban ellas.
Reían como estúpidas y parecía que se derretían, la morocha se metió la mano al bolsillo de sus bermudas de jean y saco un atado de cigarrillos, la rubia seguía con su "JA, JA, AGGGRR, JA, JA, AGGGRR" creí que se iba a ahogar en su pelotudes y su silicona barata.
"Tome, agarra uno, era broma, era broma"
Manoteé el atado y agarre uno, no valía la pena pedirles explicaciones, en Brasil debían ser chicas o muy graciosas o muy boludas.
La rubia que se estaba calmando me ofreció fuego, tenia un zippo muy bonito, encendí el cigarrillo y le pegue una pitada larga, tuve ganas de tirar el encendedor a la mierda a ver si eso le causaba gracia pero se lo devolví, no tenia ganas de enfrentarme a cuatro tetas de ese tamaño, no podía vislumbrar cual seria el desenlace.
"Como voce e llama"
No recuerdo si les dije mi nombre o invente alguno, en esa pensión todo el mundo quería echar a todo el mundo y yo y mis amigos habíamos llegado hacia poco, no era momento de perder la cama, por lo menos todavía.
Hablaron entre ellas en susurros, parecían dos nenas planeando algo contra el chico feo del colegio, la morocha saco una bolsita y le dio plata a la rubia que se estaba poniendo la remera.
"¿Queres tome un cervecinia?"
En realidad quería estar sólo y recuperarme de la resaca, aclarar mi mente, pero parece que una parte de mi opinaba lo contrario y le dijo que si.
¡Mierda!, ya ni mi cabeza me hacia caso, ¿adonde iba mi vida si ni siquiera podía decirle que no a un par de brasileras súper desarrolladas? ¿Cómo mierda termine acá, con cucarachas, prostitutas y viejos que escuchan la radio evangelista a las 5:00 de la mañana?
¿quién era yo? ¡¿qué era?!
La rubia se fue y la morocha se sentó y comenzó a armar un porro, yo seguía preguntándome cosas que aun hoy no me puedo responder.
Me toco la pierna y dijo algo así como que me sentara con ella, lo hice aunque no tanto por ella como por mi, estaba muy cansado y apague mi mente.
Prendió el porro y pito fuerte, se le inflaron los cachetes y la cara se mimetismo con sus tetas, no pude aguantar y empecé a reír.
Ella me miro, tosió y me largo todo el humo en la cara.
"¿De que se ríe voce?"
"Nada, nada" dije ahogado por el humo y la risa.
"Queres un poquitu"
"No, no gracias"
Yo era un tipo de cerveza y whisky, tuve mi época de drogas pero no fue muy fructífera, nunca me sirvió para mucho más que reír como un bobo y bajarme la presión, no grabe Sargent Peppers ni nada, un día me dio taquicardia y dije: "esto ya no es divertido", lo intente un par de veces más pero paso lo mismo, me quede con la cerveza y el whisky, hasta ahora me habían sido fiel.
Le pedí otro cigarrillo y ella me dejo el atado, nos quedamos en silencio y comencé a calmarme de nuevo, viajando hacia mi mundo de tranquilidad, aclarando las ideas, hasta que llego la rubia.
"¡¡Llego a cerveciniaaa!! ¡¡Llego a cerveciniaaa!!"
Gritaba como una condenada, con voz finita y aguosa, casi logra que se me caiga el cigarrillo de nuevo, traía un par de botellas de cerveza y tenia los ojos rojos, debía haber fumado algo antes de subir, se saco la remera y se sentó al lado mío.
Estaba rodeado por dos brasileras dopadas y zarpadas de silicona, todo olía a coco y marihuana, era una situación rara, como estar en una película porno de bajo presupuesto y ser el chico que les maquilla las tetas, no me consideraban un peligro y en realidad tenían razón, yo estaba arruinado, poco podía hacer más allá de sentirme sorprendido.
Abrieron las cervezas con una navaja y la sirvieron en basos de plástico, a la morocha se le rebalso y se limpio con mi pantalón, la mire y ella hizo media sonrisa, le faltaba un diente y no fue sexy en absoluto, hablaban lento, rápido, cortado, gritando y susurrando, yo estaba en el medio de ellas dos y cuando una no escuchaba a la otra pasaban medio cuerpo sobre mi dejando caer una teta en mi mentón.
De vez en cuando me preguntaban algo y les respondía cualquier cosa, no les entendía antes, ahora que estaban dopadas y medio en pedo era simplemente imposible saber que decían o preguntaban, lo bueno es que ellas tampoco me entendían a mi, lo se porque me preguntaron algo así como
"Cu voce trabaaja tu"
y les dije:
"Exporto brasileras pelotudas a la india"
Y la rubia muy seria, asintió con la cabeza y continuo hablando con la otra.
Estuvimos un par de horas tirados ahí, la morocha se paro, le dijo algo a la rubia y se fue.
Me empezó a hablar y a señalar algo que yo no veía, me serví lo ultimo que quedaba de cerveza y la escuche sin escuchar.
Cuando termino de contar (lo que sea que me conto) reviso los dos envases y se dio cuenta que no había más, "mierda" me dije, ahora me iba pedir el mío y ya no podría tomar más, quien sabe donde carajo había estado esa boca.
Debo decir que en realidad no es muy propio de mi ese tipo de reacciones, he besado a mujeres en situaciones por demás desagradables pero estas dos tenían algo que iba más allá, una especie de cosa venenosa en la piel y una maldad corrosiva en los ojos, como dos víboras esperando para atacar.
No espere a que me lo pidiera, le di el vaso y ella sonrió, por lo menos tenia todos los dientes.
Mato el vaso de un sólo saque pero no trago la cerveza, la mantuvo ahí un rato, yo busque los cigarrillos sin prestarle atención, cosas mas raras he visto (y he hecho) cuando de repente una mano me agarro la cara y vi sus labios acercarse a toda velocidad, me beso y dejo correr toda la cerveza en mi boca.
No fue nada divertido, me ahogue y tosí y escupí, ella empezó de nuevo con lo de "JA, JA, AGGGRR, JA, JA, AGGGRR" y tenia ganas de tirarla de la terraza. Me abrazo y se toco una teta, creo que se disculpo, aunque no le entendí bien, después me volvió a besar y esa vez fue mas agradable aunque no mucho, no era lo que necesitaba, ni querían, y estaba muy lejos de ser algo que buscara, yo ya había tenido bastante de mujeres, besos fríos y polvos bobos, yo quería mi momento de paz, pero cada vez lo veía más lejano, como un sueño dentro de otro sueño.
Entonces apareció la morocha de nuevo, miro a la rubia que me estaba abrazando se agacho y sonrió, le toco una teta pero sin placer, soltaron una risita y la morocha me beso, sentí en su aliento marihuana y cerveza y Dios sabe que más, me puso una teta en la cara y la sacudió, creí que toda esa silicona iba a estallar en mis ojos, me agarro la cabeza y me apretó contra sus tetas, eso fue algo más divertido.
Después se sentó junto a la rubia y se besaron, no se como lo hacían, quiero decir, tanta teta chocando una contra otra, costumbre y experiencia supongo.
Me invitaron a venir a su cuarto, dije que si, aunque sabia que no iba a ningún lado, se pararon y quede debajo de ellas.
Era una imagen celestial, una rubia y una morocha con sus tetas goteando como un racimo de uvas, abrazadas, comiéndose al mundo con culos y besos muertos.
Dios salve a todos los hombres solitarios o defraudados de sus vidas que compran su mercadería.
Ellas eran como dos leonas en la selva, esquivas y calculadoras, son todo el oportunismo del mundo en tetas siliconadas por demás y yo esperaba lo que vendría a continuación.
Sabían que no tenia lo que querían, lo supieron desde el principio, pero se jugaron de todas maneras, un milagro de vez en cuando a todos nos pasa, pero este no era el caso, yo era el tipo equivocado, el milagro estaba vencido y ellas habían gastado un poco en mi y yo no podía gastar nada en nadie.
La rubia fue la que hablo y ahora si se le entendió perfecto.
"Te va a salir $50 pesos cada una garoto y si queres un completo van ser $20 más"
La morocha había dejado de reír y me miraba midiéndome, esperaba que mi mano fuera a los bolsillos, esperaba que me levantara como un resorte, babeando y gesticulando... esperaba en vano.
Intente agarrar un cigarrillo más antes de decirles que se olvidaran del asunto pero la morocha ya había entendido todo y llego antes, sin ninguna señal de borrachera ni nada.
Había sido un acto de salón, un negocio casual que termino mal.
No esperaron mi respuesta se pusieron la remera y se fueron, la rubia antes de desaparecer por la escalera me bendijo con un insulto en brasilero (los insultos se captan en cualquier idioma) y yo encontré un cigarrillo solitario y anónimo como esperándome.
Lo prendí, me senté en el balcón, me calme, cerré los ojos y me fui hacia ese mundo de paz. Sólo yo con mi mente en blanco y el viento en la cara arrasando todas mis fobias terrenales. Mi solitario mundo de paz, mi momento de gloria, mi nada absoluta cubriéndome por completo.
Tal vez no estaba todo perdido, todavía estaba vivo, todavía la gente pensaba que podía tener dinero.
Me quede ahí sólo unos minutos más, después baje y nos fuimos a comer con mis amigos, tenia una buena historia para contar.
A ellas las vi un par de veces más, pero no dijeron nada ni lo volvieron a intentar, aprendían rápido, unas semanas despues nos echaron de esa pensión, la dueña nos dijo que habían tenído quejas sobre nosotros, yo pregunte "¿Quién?! Ella señalo la puerta de las brasileras y dijo:
"Dicen que ustedes las intentaron violar y robarles"
Cargué mis cosas en una caja y nos fuimos, no me moleste en explicarle nada a esa vieja que pensaba que las pobres chicas brasileras habían sido ultrajadas por unos tipos de mierda como yo y mis amigos.
Supongo que aun deben estar ahí, tiradas al sol en la terraza con las tetas a punto de estallar, esperando tomar revancha, esperando a la próxima victima, esperando en vano.
No siempre se gana y aquel día no hubo milagros de pobres, ni para ellas ni para mí.
Arnaldo Sejas (Ellarvarecords@hotmail.com)
Sobre el autor:
Arnaldo Sejas es de Necochea (Argentina) y ha publicado dos libros, ambos por medio de editoriales independientes y fanzines. El primero, titulado
Nuevos milagros del 2000 para pendejos embotellados (1999) y el segundo, titulado
Poesías para el después (2002).
Otros relatos y poemas mandados por Arnaldo Sejas:
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