Me pasé la noche sin apenas dormir. Estaba tumbada con el firme propósito de descansar, porque al día siguiente operaban a mi hijo, iba a ser un día de mucha tensión. Generalmente vivimos tan rápido que no tenemos tiempo de pararnos a pensar en lo que más queremos, me asaltaron muchas dudas acerca de si hacía bien en acceder a la operación, pero estaba todo decidido y ahora quedaba esperar que todo pasase, pero se hacía eterno, veía cada hora en mi reloj.
A las 8:00 horas conseguí descansar un poco, enseguida vino un celador. Hacia su trabajo rutinariamente, apenas alzó la voz para decir:
- Buenos días: Gabriel Fernández, vamos a quirófano.Puede acompañarlo hasta la entrada, si así lo desea
El pasillo se hizo larguísimo, como un camino que no acabase nunca, tenía una angustia en el estómago que me paralizaba, y si a última hora hubiesen decidido que la operación se suspendía, verdaderamente me hubiese alegrado.
Nos metimos en el ascensor, apenas nos miramos, él me comento:
- Esta muy nerviosa ¿no? es una operación de amígdalas, rutinaria, no es nada.
Me callé por prudencia, no sería nada para él –pensé- cómo se notaba que no era su hijo, pero él tenía de tranquilizarme, seguro había dicho lo mismo en infinidad de ocasiones
- Despídase, que entramos en la zona quirúrgica
Le besé con todo mi corazón, transmitiéndole lo mucho que le quería y lo feliz que me había hecho en sus pocos años de vida.
Me acompañaba en la espera un familiar que me hablaba de trivilidades, en teoría para distraerme, y que las horas pasasen más rápido. Yo contestaba como una autómata, pero mi cabeza estaba lejana, en otra parte.
Recordé toda su vida, lo feliz que me hizo su nacimiento después de tres hermanos, su caracter alegre , dulce, primeras enfermedades, nuestros problemas económicos y como a pesar de todo la alegría que había transmitido a nuestras vidas, cuando parecía que en nuestro matrimonio todo estaba hecho.
Pasarón dos largas horas. Por fín salió el médico.
- Ha salido bien la operación. No ha habido complicaciones y esperamos que el post operatorio se desarrolle sin incidencias. Le avisaremos más adelante para que le vea un rato en el despertar
Gracias a Dios pensé, cómo quiero a mí hijo. ¡Que feliz soy¡
Maria Luisa Agost Suárez (lagost_66@hotmail.com)
Enviado el 1 de agosto del 2006
Escritos de Maria Luisa Agost Suárez:
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