En tus ojos fulguran las estrellas
que nos alumbran paso a paso
por los oscuros senderos
de la vida....
De tus manos vuelan ángeles
que velan nuestros sueños
convirtiendo fantasías
en realidades.
Brota de tu alma el canto
y la melodía humilde
de los puquiales
y la quena.
Pan de trigo recién segado
que alimenta día a día
el espíritu telúrico
de tus hijos.
Hilandera de amor maternal,
rueca de fe y esperanza
que brinda calor filial
al corazón.
Surco regado con lágrimas
llanto de maíz maduro
del que destila
la chicha.
Linda cholita, ojos de capulí
que la Mano Divina pintó
en el blanco lienzo
del amor.
Espejo azul caído del cielo
donde los rayos del sol
el rostro de Dios
reflejan.
Beso celestial como la brisa
que borra los lamentos
haciendo renacer
la risa.
Ante ti desfallecen las flores,
la luz se hace penumbra
el trueno se ahoga
y callan los trinos.
Gracias por darnos tus alas
para volar cielos lejanos
y por amar a tus nietos
como a tus hijos.
(Paris, 1984)
Nalo Alvarado Balarezo (nalitoalvarado@hotmail.com)
19 de octubre del 2005
Otros relatos y poemas mandados por Nalo Alvarado Balarezo:
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Sobre el autor:
Nalo Alvarado Balarezo (Armando Arnaldo Alvarado Balarezo) nació el 15 de junio de 1951 en Barranca (LIMA - PERÚ). Sus estudios primarios y secundarios los realizó en Chiquián un pintoresco pueblo de la sierra de Ancash, donde alimentó su sentimiento telúrico.
Es Oficial de Policía jubilado con beneficios de general. En 1985 egresó de la facultad de derecho y ciencias políticas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y actualmente estudia en la Escuela de Escritura Creativa del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú, bajo la conducción de los afamados escritores peruanos Alonso Cueto e Iván Thays.
Escribe cuentos, crónicas, pensamientos y poemas andinos desde sus años juveniles, que comparte con sus coterráneos a través de cartas a las que denomina: "HOLA SHAY" (Hola amigo).
Sus mayores deseos son crecer como ser humano y que todo el mundo conozca sobre las bondades naturales del Perú profundo. Sueño tantas veces acariciado por José María Arguedas.