Al caballero le dolió en el alma que su mujer pareciera no amarlo más.
ROBERT FISHER
(
El caballero de la armadura oxidada, 1990)
Introducción
Somos pocos los condenados a muerte. Antes éramos más, casi unos cien, pero ahora somos pocos; si tenemos en cuenta la población mundial. Las rejas forman ya parte de nuestras vidas, día a día las miramos, aunque no tenemos nada que decir ni nada que hacer con ellas; parecen sordas, ya no escuchan. De entre todos los posibles homicidas, yo soy el peor y eso es algo de lo que no debería estar orgulloso aunque lo esté. Bueno, así están las cosas. He desayunado hace un rato, esta vez he pedido café con leche y una enorme magdalena; no sé por qué pero es algo que ha salido de mi subconsciente, como es evidente mi yo no ha opuesto resistencia. De repente me ha salido, sin más. Pero qué coño es una magdalena, no es tan importante, aunque Proust escribió acerca de tan preciado bocado.
La vida aquí es muy aburrida. Cualquier espacio de tiempo es un espacio reservado al ocio, y ya se sabe que el ocio en grandes cantidades aburre. Recuerdo una tarde que pasé viendo una retrospectiva de Krzysztof Kieslowski, en una gloriosa época de fama y glamour. Yo era famoso, incluso conseguí salir con una de esas modelos anoréxicas que se metían rayas a cada instante.
Trabajaba en una revista especializada; no sé aún de qué especialidad se trataba. Escribía una pequeña sección dedicada al cine minoritario, cuyos productores lo bautizaban como independiente y conocido vulgarmente como cine de arte y ensayo (bodrios subtitulados cuyo significado argumental sólo lo entiende el director; y cuya visión de éste te hace más intelectual, algo muy de moda en una w.w.w.sociedad.com.).
Caminando sin rumbo
Cuando tropiezas muchas veces terminas siendo inmune al dolor, y os puedo asegurar que sé de lo que hablo. Aquella noche Boris estaba en celo, se había masturbado un par de veces en menos de una hora. Gemía como una actriz porno después de cobrar su nómina. No estaba demasiado preocupado, sabía que más tarde o más temprano llegaría ese fastuoso día en que me perforarían el ano como si fuese una mariquita fácil en una isla griega.
Se tiró al cuello y seguidamente sacó su pesado instrumento del calibre veinticinco para agujerearme el esfínter. Recuerdo lágrimas, taquicardias, impotencia, y todo tipo de sensaciones acordes con el momento. Esos fueron para mí los únicos minutos de gloria de los que hablaba Andy Warhol.
Boris había pagado a uno de los funcionarios más de diez mil pesetas por la cita más happy de todo el edificio. Eso era una costumbre y un privilegio para los que llevaban más tiempo en el patíbulo. Aquella fue la única relación sexual que realmente pude sentir durante mi tétrica y paupérrima vida; y digo esto con toda la convicción del mundo. Estuve sangrado largas noches de vigilia.
Pensaba en la muerte como la verdadera liberación de mi abúlica alma. Sería el mejor final para la peor vida humana que pisó el mundano asfalto.
Debo confesar antes de todo que siempre quise morir. Desde que tuve mi primera sensación de ser materia orgánica hasta la fecha no he pasado un solo día sin pensar en la muerte. Creo que debe ser lo más sano para cualquier tipo de existencia mediocre. Es la catarsis del simple. La cura del necio. El abrazo del desgraciado. Esa señora que para algunos tenía forma de luna y que para otros era algo demasiado abstracto, es una dama blanca en busca de un fiel compañero que siempre está por llegar.
infancia olvidada
Con doce años me corte las venas con el único objetivo de averiguar si yo también poseía ese líquido rojo que tan poco gusta a los devotos de Jehová. Leí en un artículo que un niño había muerto porque según la religión de sus padres era un pecado recibir una transfusión. Tenía la misma edad que yo, pero él estaba muerto y yo vivo. La única diferencia es que mi ataúd era más grande. Su extensión era prácticamente todo el territorio que me permitía el pasaporte. El niño muerto limitó su extensión a un trozo de madera tallada de primera calidad. Quién de los dos era el auténtico muerto, todavía no lo sé.
El niño muerto lloraba por las noches, su pequeño corazón no tenía sangre para jugar, su bello cuerpo se iba pudriendo a una velocidad imparable.
El niño muerto no podía comer, cualquier apetencia había desaparecido de su frágil y minúsculo cuerpo de ser novato en una sociedad dominada por malvados legionarios octogenarios (téngase en cuenta la rima). Un perro pasa por la tumba y se mea. El ácido úrico se desliza penetrando en la tierra de Hades.
A los catorce años hubo un cambio: a la idea de muerte se unió la acción de masturbarme. Había renovado mi pueril pensamiento haciéndolo todavía más insensato. Aprovechaba cualquier trempera, incluso las producidas por el telediario.
En aquella época la presentadora se parecía mucho a Lady Di, más tarde me enteré que las dos habían muerto. Después de cada estoica hazaña con mi lanza, volvía a pensar en lo que más me gustaba: la muerte.
En aquellos años no la veía como un símbolo femenino ya que en clase me dijeron que era un esqueleto con guadaña. En una película sueca incluso jugaba al ajedrez con sus víctimas.
Los funerales eran los mejores sitios para estar cerca de ella. Podías contemplar como agarraba los cadáveres dejándoles amarillos y morados a la vez. Un juego de colores difíciles de falsear. Algo demasiado enigmático para mentes enfermas en un mundo cuya máxima es ganar dinero y firmar testamentos.
Fruto de esa epidemia es la famosa especie conocida como niño pijo repelente, cuyo padre se preocupó más en ganar cantidades gloriosas que en hablarle del final de la vida. Por qué los padres nunca han hablado a sus hijos del día en que no estén.
Ninguno ha podido soportar semejante conversación, se limitan a mandar redactar unas hojas firmadas por el típico vecino intelectual y respetable que te lleva los impuestos al día y te resuelve los problemillas jurídicos a cambio de una cena que siempre debes.
vida laboral
Mi primer día de trabajo fue peor que mi primer polvo; en un instante me había dado cuenta del poco valor que tenemos los seres humanos. Nos utilizan a cambio de un salario mínimo que terminas gastándotelo en drogas; y así evitar cualquier tipo de pensamiento.
Suena el despertador y tus ganas de seguir durmiendo se evaporan tan deprisa que no te lo planteas. El agua de la ducha siempre sale en la misma cantidad. El gel lo compra tu madre en la misma perfumería donde te follabas a la dependienta.
¡Menudas tetas tenía la muchacha, eran dos peazos de alcántaras!. Por suerte, yo ya no iba a comprar allí, no sabía con que cara mirarla. La primera vez que me la follé fue en casa de mi amigo Sergio. Esa noche ella insistía en enseñarme la cicatriz de su pierna mientras yo le comía el coño más peludo del mundo. Porque tenía una vulva masificada por un espléndido y fuerte vello púbico. Su olor era tan especial que mi cosita pasaba a ser la cosa. Su pelo de las axilas también era especial. Pero si había algo bonito en esa preciosa mujer, eso eran sus hermosas tetas dignas de una película de Fellini.
La segunda vez fue en su casa. Entré a su habitación y me despeloté precipitadamente, enseñando mi pértiga como un gran campeón olímpico.
Ella, un poco más elegante, se fue al lavabo y salió como Dios la trajo al mundo. Se puso de espaldas a mí, mientras se recogía el pelo con una vulgar goma, y yo no podía evitar mostrar mi espectacular trempera nocturna. Se lanzó a mis partes y empezó el juego del mete-saca, después se la puso en la boca hasta que no aguantaba las ganas de irme; y no precisamente de allí.
Pues bien, entonces le di media vuelta al asunto para comerme esos preciosos pezones marrones tan grandes como una buena puesta de sol. Estuve unas tres horas sin soltarle sus glándulas mamarias, después me corrí en su boca y ella acabo la sesión con un empujón despiadado.
-¡Tío, de qué coño vas! -dijo ella-.
-Pensé que no te importaría -argumenté yo-.
-¿Pero tú eres imbécil ó qué? -prosiguió ella-.
El dialogo fue bastante patético, aunque la corrida valió la pena. Fue un gran momento en mi vida; por un momento pude zafarme de mis ganas por morir.
En fin, debo seguir hablando de mi trabajo; es el verdadero tema de este jodido escrito y la única razón que me ha impulsado a elaborar este conjunto de míseras palabras.
Me atrevería a definir mi vida como si fuese un fenómeno social conocido con un original nombre: el SPANISH DREAM.
¿qué es el spanish dream?
Es un hermoso término con el que voy a designar todo aquello que jamás sueñas pero que es tú auténtica realidad inmediata. Es algo que ocurre diariamente en un país de mierda conocido como Estado Español. Es algo que no te enseñaron en la escuela, pero todo y con eso debes admitirlo y tragar con las consecuencias de una mala política hecha con el culo por una patética Administración.
Más de seis millones de personas se esconden en la pobreza; seis millones de ciudadanos españoles intentan sobrevivir con treinta y siete mil pesetas al mes; el precio de la gasolina se dispara y seguirá subiendo; la precariedad en el trabajo es peor que el paro; un impresentable dice que todo va bien; la falta de autoestima se apodera de la población; se gastan más dinero en la programación de las televisiones basura que en bibliotecas o profesores; los seres humanos pierden el interés por la lectura; los jóvenes se suicidan, y los que todavía no lo han hecho no esperarán mucho; los ciudadanos siguen con inútiles manifestaciones; el Estado sigue practicando su reconocido terrorismo basado en la opresión; las mujeres maltratadas reivindican sus derechos en un país machista, con jueces y fiscales machistas; España sigue a la cabeza en Europa en lo que respecta al Sida; un insumiso termina en la cárcel; un joven de veintiocho años pide limosna en las calles de Madrid; cinco neumonías en el mismo pulmón aconsejan a un mendigo dormir bajo techo; la ignorancia de oportunidades disponibles nos conducen a la pobreza; España ha incumplido el acuerdo de destinar el 0’7 % del PIB a la ayuda al desarrollo ; la población envejece; el número de mujeres pobres aumenta un diez por ciento; la reforma educativa está creando engendros trastornados mentalmente; existen seis centros de internamiento para extranjeros, que se joda la Ley de Extranjería; el setenta por ciento de nuestros billetes tienen cocaína; el diez por ciento de los jóvenes son homosexuales; el capitalismo triunfa y los seres humanos renunciamos a nuestras neuronas …
…todo esto es el spanish dream.
Óscar Valderrama Cánovas (graciarelacions@hotmail.com)
22 de diciembre del 2004
Relatos y poemas de Óscar Valderrama Cánovas:
|