Alas ansiosas de distancias
sedientas de espejismos,
ebrias de lejanías.
Gaviota peregrina
que, en el azul, trazabas
el arabesco airoso de tu vuelo.
¿Qué oculta dimensión buscabas
en tu loca aviación abarcando los cielos?
¿Cómo, cual tú, burlar las leyes
que nos atan al suelo?
¡Subir, subir, subir;
trascender horizontes
y hacer danzar, al júbilo, en los brazos del viento!
Sólo un miraje eras...
Tan sólo un sueño
de distancias y puertos de heladas latitudes.
Como en un sueño,
con las flores primeras de abril apareciste,
haciéndote poema.
Hasta aquella mañana, de junio,
en que partiste
hacia el arcano al que vuelve el Amor cuando se muere.
Desperté.
Y sólo eras distancia,
lejanía,
recuerdo.
Y, al dejar de soñar,
sentí mis alas rotas,
mis ansias marchitadas,
y ya no fuiste...
Antonio Gil de Lamadrid Navarro (kokoliso@worldnet.att.net)
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