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El rincón literario: Estribillo

No recuerdo en qué momento de la noche lo dijo pero me lo soltó, en vez de decir Cáritas, dijo Caritas. Y de repente su voz dejó de parecerme cálida. Y de repente su cara, su escote, su estilo, me parecieron vulgares. Atención, pensé, ¿he oído bien, ha dicho Caritas...?

Pero le di otra oportunidad porque me acarició la mano y me gustó. Y hablamos de muchas cosas, de política, de los países pobres, hasta se metió con la iglesia, bueno, y con el partido socialista, (esto me dolió más). Sonreía casi todo el tiempo y me dijo que se llamaba Luz. Me sentí deslumbrado cuando lo pronunció. Luego quiso adivinar mi nombre y entre otros me llamó Pierre. Casi me desmayo y me dio por reír, "Juan Pedro", le dije, casi, casi. Y volvimos a sonreír pero mientras la miraba recordé otra vez que en vez de decir Cáritas dijo Caritas.

Entre los dos hicimos una ensalada estupenda, lo que mejor nos salió, muy picadita, con granos de maíz y dos clases distintas de queso. Era un sábado lluvioso y desapacible pero en casa se estaba bien. Puse un disco de María Callas y no escuchamos otra cosa. ¿ves?, pensé sin gesticular una sola mueca, le gusta, es culta. Y también me besó y yo a ella. Pero no quise que pasara nada más porque no estaba seguro, porque luego te lías y te lían, y no me apetecía amanecer con nadie en mi propia cama, y mucho menos tratándose de alguien que no sabía que Cáritas se dice Cáritas y no Caritas.

Tampoco ella parecía estar en lo que estaba, cogió el móvil y después de disculparse marcó un número y estuvo hablando unos minutos. Yo, mientras miraba por la ventana como llovía en la calle me dejé mecer por María Callas.

Cuando guardó el móvil, dijo que tenía que madrugar al día siguiente, que una copa más y que se iba. Me pareció bien y sabiendo ya que no la tendría toda la noche conmigo me relajé, la volví a besar y prometimos vernos otro día. Ya en la puerta me pidió que le grabara un CD de María Callas, cuenta con ello, le dije. Cuando se fue me tiré en el sofá a ver la televisión, fumé un par de cigarrillos, bebí lo que quedaba del champán y entre anuncios de cocacola, desodorantes frescos como cascadas, y coches resbalando por el asfalto mojado de una ciudad desconocida, volví a recordarlo: seguro, seguro que lo dijo, vamos, además se le entendió perfectamente, en vez de decir Cáritas soltó Caritas.

Rosario Alba Alvarez (charoalbaalvarez@hotmail.com)







 
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