Es el poema una forma de encontrar todo lo que vamos perdiendo al crecer... es una forma clara la poesía y toda arte de renacernos como piedra, grito, mancha, mano y boca que una vez pudo dibujarnos allá, en ese lugar donde el tiempo no pasa ni se cansa de sentirnos como fruta o ruina enamorada...
Aquí mi peculiar y personal versión sobre las palabras que ayudan a descubrinos y las que nos esconden y encarcelan...
Es una versión libre y no pretende usurpar ni concluir nada, pues las palabras, las miradas, los gestos no nos pertenecen ni son objetos inermes o muertos...
Las palabras tienen vida propia y son totalmente independientes y ajenas a nosotros; por eso existe la capacidad de asombro y misterio todavía. Aquí reside el sabor y la fuerza que la poesía verdadera puede ofrecer y contagiar...
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Hay palabras y voces que cubren y sepultan lo que pretenden nombrar, son las palabras cotidianas, la charla, el ruido de los que andan al ritmo de las novedades y los telediarios. Otras palabras desnudan con ternura salvaje lo nombrado; esas son las palabras de los que piensan y muerden la hondura sentida en el corazón desbocado de toda belleza original e incontrolable. Esas son siempre las palabras simples, claras y carnales de los que piensan y viven dentro de todo lo que nombran, aunque nunca quieran sembrar sus manos con jaulas y espejos.
Hay realmente pocas palabras hondas y enteras, pero son tan necesarias como el aire y el beso que adorna el buenos días que siempre doy al morir la noche...
La fibra y el latido de la verdadera poesía, del verdadero arte se compone de sencillas honduras y locuras unidas y directas. Y para ser compartidas y entendidas, necesitas esas palabras y gestos claros, florecer lejos de las promesas visibles... Necesita la palabra verdadera del misterio que reside en todo gesto diario, pero únicamente resucita y nace lejos del miedo y de las multitudes, muy cerca siempre del lecho, la mesa y del abrazo deseado.
El poema muestra y ve la mirada que hay dentro de tus ojos y no muestra nunca lo mirado; el arte hace sonar la música, nunca el instrumento. Dice el poema la palabra que no puede ser nombrada. Y el amor vive en la pasión que no puede ser expresada ni derrotada por los sueños y las guerras.
Poesía y arte son el misterio creador o creación de un misterio sin claves ni laberintos, que carece de fronteras, pues la palabra desaparece una vez es integrada, mezclada, devorada, encontrada en todos los fluidos y sustancias del cuerpo, de la voz, de la mirada, del paisaje que acompaña a nuestra alma...
Es el poema una forma de encontrar todo lo que vamos perdiendo al crecer... es una forma clara la poesía y toda arte de renacernos como piedra, grito, mancha, mano y boca que una vez pudo dibujarnos allá, en ese lugar donde el tiempo no pasa ni se cansa de sentirnos como fruta o ruina enamorada...
Antonio Marín Segovia, nacido en Valencia ciudad el 17 de diciembre de 1960. Intento diariamente vivir de manera poética, alejado de los ruidos y oropeles.
Creo que debemos ser mejor que nuestras propias palabras, que nuestras propios silencios, pues la mejor música es la que emana de nuestras miradas, de nuestras caricias, de nuestros abrazos.
Regalar unas palabras, unos pensamientos es la mejor manera de vivir y compartir la belleza con el resto de nuestros semejantes.