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El rincón literario: Encuentro fortuito


Julia, iba caminando. Como siempre corría como una moto. Pensaba que el día debería tener 48 horas en vez de 24, no sabía si las distribuía mal o le faltaban. El caso es que siempre iba deprisa, un día me va a dar un patatús ó una taquicardia- pensaba - entre zancada y zancada.

Fué a recoger a su hijo de 4 años a unas clases de lenguaje. El pequeñito de 2 años se empeñó en acompañarla.- ¡Mamáaaaa llévame, uahhhhhhh ¡ - Había que calcular bien el tiempo porque a parte de dolerle un montón el brazo por tirar del niño como si de un saco se tratara , irían a paso de tortuga. Todo mejor que oirle llorar sin parar. Estaba agotada y pensaba que hoy la cabeza le iba a explotar. Juan padre decía , que cuando el niño berreaba él desconectaba. Ella no sabía cómo podía hacer eso con esa facilidad. Los hombres son más hábiles para no implicarse en las cosas de los nanos.Será cosa de genética.

Tenía que pasar por una plaza céntrica. Le hacía presente toda su juventud. Primeros amores, primeros desengaños. ¡ Que tiempos aquellos¡ - pensó- sólo tenía que preocuparme de como me sentía, si había aprobado el exámen, si me querían ó no , si me sentía bella , si la ropa me sentaba bien. Ahora casi no tengo tiempo ni de mirarme al espejo. Cuando dispongo de un día libre en el trabajo y me lío con la casa, sin apenas darme cuenta se me hacen las doce de la mañana sin haberme lavado la cara ni peinado. No tengo ni tiempo para ir al dentista. Encima cuando vaya , bronca por haber demorado tanto la visita.

Cuando comenzó atravesar la plaza le vió a él . ¡ Edgar, no puede ser ¡- pensó- . Se sorprendió de que no le temblasen las piernas, ni se le disparase el corazón, ni palideciese hasta marearse y de que fuese capaz de pensar y articular palabras ¿ Cómo es posible que esté tan tranquila?, pensé que nunca lo superaría, que no sería jamás capaz de amar y sobre todo de olvidar.

Habian pasado 6 años desde que no se veían. Se dió cuenta de que el tiempo es más cruel con los hombres que con las mujeres . ¿ Cómo es posible que este tío me tuviera tan abobada? . Realmente el amor es ciego. Había perdido pelo, había engordado, vestía con ropa de marca pero como no tenía gusto innato no iba muy bien combinado. Iba con una cartera de ejecutivo y estaba saludando a otra persona conocida contándole lo lejos que había llegado , el dinero que ganaba y cómo había triunfado. Al fin y al cabo eso era lo más importante para él ser un triunfador. Tanto ganas, tanto vales . Mucha gente piensa así.

El se dió cuenta de que Julia estaba allí . Le pegó un repaso de arriba abajo, la miró como un hombre mira a una mujer. Ella jamás pensó que en algún momento la llegaría a mirar así. Le sopesó la cintura , las caderas para ver si los nanos que iban con ella eran hijos suyos. Por casualidad Julia ese día iba arreglada. Era feliz a pesar del ajetreo y se le reflejaba en la cara.

Julia se dió cuenta de que ella tenía la sarten por el mango- ¡ menudo encuentro fortuito¡- . La vida cambia las tornas – se sorprendió de tener las cosas tan claras . Ahora la que decide lo que se cuece en esta historia soy yo. Si me paro seguro que quedamos y me dejo llevar . Se nota que el se ha dado cuenta de lo que ha perdido , piensa que yo me voy a dejar embaucar por sus aires de triunfador - ¡ poco me conoce¡ - eso a mí me importa un bledo.

Por un instante pasó por su mente toda su historia de amor y dolor. Cómo se conocieron, cómo fue engañada, humillada , su aceptación del rechazo, el paso del amor al odio, del odio a la indiferencia y de la indiferencia a la comprensión y a desear que encontrase su camino y le sucediera lo mejor. En un minuto se fundieron en su mente todas estas imágenes y su mirada fué capaz de dar una respuesta. Muchas veces no hacen falta palabras . La mirada nos delata.

Tomó una decisión. -El enrojeció- . Se dió cuenta de todo lo que ella había pensado y había sentido, se sentía descubierto – como si le hubiesen desnudado el alma – y supo lo que iba a hacer ella. La conocía – había perdido la batalla.

Se saludaron , ella le dirigó una sonrisa franca . El paró en un intento desesperado , su mayor deseo es que las cosas volviesen a ser como antes- pensó que había perdido esta batalla que no la guerra - ¡ La vida da tantas vueltas¡

Julia siguió su camino , era su destino. Su hijo mayor le preguntó que quien era ese señor que había parado y le había mirado de forma tan rara. Juan , cariño dame un beso – le dijo a su pequeño – le mordió un poquito la oreja y le dijo despacito: Un día mamá te contará un cuento de mayores que te gustará. Vamos a buscar a papá que está en casa preparando las tortillas ¡ Dios santo , las nueve de la noche¡ se ha hecho tardísimo.

Maria Luisa Agost Suárez (lagost_66@hotmail.com)
Enviado el 1 de agosto del 2006



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