Muere el oro en tus manos
para que tus ojos puedan desnudarse en mis sueños siempre
Muere el oro en tus manos
para que mis ojos puedan amarte siempre
sin pedir permiso a los ángeles
y sin llorar la muerte de todos los mares
Muere la luz en las montañas de tu boca
para que todos mis ojos puedan ser la noche
que nace cuando bailas
Y no hay derrota ni éxito en tus bosques
sembrados de sueños y de palabras olvidadas
Y hoy no puedo dejar de ver tus manos
Dibujando el interior amable y desnudo
que alimenta el fuego de tu pasión
Antonio Marín Segovia (antoniod17@ono.com)
Enviado el 3 de febrero del 2005
Escrito el 28 de diciembre del 2004
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