Mi cuerpo cautivo desfallece
sobre sábanas de raso color té;
prisionera de sollozos desbordantes
aterrizo sobre planicies sudorosas de tu piel.
Únicos movimientos me transportan,
el infinito en un instante se aproxima
y entre ebrios perfumes de jazmines,
mi alma penetra en tus jardines.
Abierta conmoción que te proclama
soberano entre los muros de mi espíritu.
Galope de besos desmayados
ardientemente buscan su morada,
y hacen que amanezca a ciegas en el cielo de tus labios.
A orillas de tu abrazo, yace mi cuerpo en niebla,
mientras la antorcha de tu cuerpo
sella las débiles grietas de mis ocultos meridianos.
Mari Acosta (poemasdemary@hotmail.com o romary@sinectis.com.ar)
Poema que pertenece a su libro
En brazos de dos lunas.
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