No sé por qué yo me tengo que sentir mal. En realidad yo no le he dado ninguna
esperanza. A cada pregunta comprometedora le daba una respuesta claramente
negativa. Quizá no se debe ser simpática con nadie. Quizá mi forma de ser simpática
no es la adecuada. ¿Qué hago mal? Porque intentó besarme… Yo diría, que si no
hubiera apartado la cara me hubiera besado. ¿Fui muy brusca? ¡Pero cómo no lo iba a
ser! ¡Me estaba metiendo el morro! Un abrazo sin achucharse demasiado es aceptable
pero un beso en la boca nunca puede tener otro significado que no sea el obvio.
Igual se siente rechazado y ya no quiere volver a verme. Y a mi me debería dar igual,
pero en realidad me apetece estar con él. Sólo un rato, claro. Pero necesito aclarar
con al menos una mirada lo que realmente sucedió. ¿Me haré yo ideas extrañas o
quizá estoy suavizando algo más evidente para cualquier otra personal? Todavía no
entiendo o no quiero entender el comportamiento humano.
No creo que deba hacer nada al respecto pero, qué boba soy que no me quedo
tranquila. Probablemente la semana que viene cuando se vaya, me olvidaré de este
asunto y es bastante previsible que no le vuelva a ver en meses o quizá nunca más.
Pero; si hiciera algo, ¿me arrepentiría toda la vida verdad? Quiero decir, si le hiciera
algún comentario al respecto o le insinuara algo, es seguro que lo estropearé aún más,
porque, no puedo insinuar algo que no quiero hacer y tampoco tengo porque
rechazarle más rotundamente. Es más que evidente que ya se dio por enterado, sino,
¿por qué me respondió que no, cuando le dije que la próxima vez que volviera podría
volver a jugar? ¿En qué estaba pensando que no era tenis? Bueno, pudo entender
realmente cualquier cosa. El caso es que su cara era de mucha seriedad. ¿Realmente
creía que una muchacha de 23 años, con novio más que formal iba a arriesgarlo todo
por un señor de cincuenta y muchos, extranjero y al que no iba a volver a ver en
meses o quizá nunca? ¿Era tal su presunción? ¿Será, pues, la mía?
Lucía Ortega (marycrus@hotmail.com)
Lunes, 15 de enero de 2007