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Se averió nada más salir de la fiesta. Estaba para tirar. Heredado de
mi hermano que a su vez lo había heredado de su cuñado.
Demasiadas reparaciones.
Mi chica insistió:
Llama a un taxi, mientras tiritaba en aquella fría noche de
noviembre en las afueras de la disco, en la que habíamos
estado hasta las cinco de la madrugada.
¡No!, ya pasará alguien. ¡No tengo pelas, tía!, le contesté
malhumorado. Iba hasta el culo de aquella mierda de pastillas
y alcohol.
Ella calló, la vi seria pero accedió a esperar a algún colega que nos
llevara.
Se paró en cuanto nos vio. Giordano había disfrutado como el que
más. No le pregunté ni comprobé su estado. Ella sí, se resistía a subir
a aquel coche. Ante mi mirada incisiva ocupó el asiento trasero con
un gesto de contrariedad, tuvimos que hacernos sitio, había una
chica medio dormida.
- 2 -
Música de The Darkness, sonaba Believe In a Thing Called Love.
Risas y…
¡Plaf!
Lo primero que vi fue el cielo estrellado, oscuro, muy oscuro. Estaba
en el suelo, no me podía mover.
Silencio absoluto y amnesia.
Pasaba el tiempo, para mí, eterno. El frío iba secando el líquido que
corría por mi frente y que de caliente pasaba a congelado en cuestión
de minutos. De cintura para arriba tenía frío.
Luces azules en la oscuridad, sirenas y voces. Exclamaciones de
horror y por fin una cara de un hombre con barba.
¿Cómo te llamas muchacho?, pregunta sujetándome la cara.
No lo sé, ni sé qué hago aquí. No puedo moverme y tengo
mucho frío.
Escúchame, tienes que procurar no dormirte.
Notas esto… y esto… bueno, tranquilo, ahora vienen mis
compañeros y te llevamos al hospital.
No noto nada. ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde estoy?
De pronto todo se hace oscuro…
- 3 -
Cuando una doctora, una psiquiatra para ser más exactos, acompaña
a mi madre y empiezan a contarme lo que ha sucedido, no las creo.
Me estás engañando madre, nunca te gustó mi chica y ahora
pretendes quitarla de mi vida, inventándote una muerte en un
coche con… no sé cuántos más. ¡Mentirosa! ¿Por qué me haces
esto? Y para hacerte más creíble vienes con ayuda, no quiero
ver a nadie. ¡Salir de mi habitación!
No saldremos, son demasiadas veces las que hemos venido a
hablar contigo, te niegas a enterarte de lo que sucedió y has de
asumirlo para empezar a salir de ello, contesta la joven rubia
que dice ser la loquera.
Ella murió en el acto junto con la otra chica que compartía el
asiento trasero del vehículo. El conductor salió disparado y
está ileso. El otro joven que iba delante está ingresado. Tú
saliste de la gravedad, él aún se debate entre la vida y la
muerte. No volverás a andar y si te niegas a no aceptarlo, sólo
conseguirás pudrirte en esa cama en donde te tendrán que
lavar el culo, cada ocho horas, una enfermera diferente. No
saldrás más a la calle y acabarás siendo un despojo, dijo
mientras daba un portazo y me dejaban solo, como deseaba.
- 4 -
No era fácil, primero aceptar aquello.
Los ¿por qué? empezaron a venir constantemente a mi mente.
¿Por qué no le hice caso y cogimos un taxi?
¿Por qué bebí tanto y no me di cuenta que Giordano iba peor que yo?
¿Por qué ella y yo no?
¿Por qué me ha sucedido esto a mí?
¿Por qué el culpable salió ileso?
Sentía un tremendo odio hacia el mundo entero. Cuando veía pasar
una chica me retorcía de rabia. Nunca más volvería a poder ir a la
disco, ni a salir con ellas. Ni a jugar al basket ¡mi gran pasión!
Tenía que empezar de nuevo. Aprender hasta lo más escatológico.
¡Todo! A saberme manejar en aquella silla de ruedas y poder vivir
solo. No quería, ¡qué mierda de vida me esperaba!
Me recomendaban libros de autoayuda.
¡De qué vais!
Mucha realización, mucho, , , hoy es
el primer día del resto de mí… asquerosa vida, decía yo mientras
dejaba en la mesa aquella cantidad de libros que me traían.
- 5 -
Un día, algunos de los que se denominaban amigos, dejaron de venir
a verme.
La psiquiatra no hablaba, sólo dejaba que yo la insultara y la echara
de la habitación.
Un día todo cambio. Cuando salía por la puerta me dijo:
De tí depende que te pudras en esa cama o, que por el
contrario, reacciones y tengas una vida como miles de personas
tetrapléjicas, no vuelvo más. ¡Que tengas suerte!
De pronto me sentí perdido.
Aquello me dolió durante días, dudé en levantarme de la cama e
intentar… empezar.
Me costó incorporarme, todo me dolía, los brazos no me
aguantaban. Cuando notaba que aquellas piernas se habían quedado
como las de un muñeco de trapo me indignaba. Les pegaba golpes y
no sentía nada.
- 6 -
Septiembre 2008. Destino… ¡Pekín!
Cuando me veía en aquel apartamento preparado para mí ¡no me
reconocía! Me manejaba con tanta soltura que cuando venía mi
madre y mis amigos a visitarme yo hacia las cosas más rápidamente
que ellos. La vida ¡sí! tenía un sentido y era el de la superación
constante.
La indemnización me permitía terminar mi carrera de Químicas. Y
poder jugar al basket, era todo y suficiente, para mí, por el momento.
Los verdaderos amigos, aquellos con los que jugaba en la calle, con
los que me fumé el primer canuto siempre estuvieron a mi lado. No
importó mi mal humor de los primeros tiempos.
Mi madre había envejecido. Ahora volvía a tener brillo en los ojos.
Era el reflejo de los míos, decía.
¡Era feliz! Y se me notaba.
¿Chicas? Podía haberlas pero no quería conformarme con una
profesional o alguien que lo hiciese por pena. Sabía que un día
aparecería.
Habíamos sido seleccionados para representar a España en las
Olimpiadas Para-olímpicas. Aquel grupo de 12 personas que durante
años luchamos por encestar una y otra vez desde nuestras sillas de
ruedas conseguimos ser los mejores.
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Los nervios estaban a flor de piel.
El viaje fue divertido pero… con miedo.
¿Y si…? siempre los malditos “y si…”
-Me caigo
-No controlo
-Pesa demasiado la bandera y se me cae.
Me sentía bien y mi silla estaba limpia y perfecta. La noche anterior
no quedó tuerca ni rincón que no pasara una y otra vez mi gamuza
amarilla. Mi compañero de cuarto de aquella impresionante Villa
Olímpica dormía, yo no podía. ¡Estaba demasiado emocionado!
El ruido animaba a todos. Sonreían y se arreglaban para el momento
que nuestro entrenador nos dijera:
¡Adelante!
Muchos llevaban cámaras de video, de fotografía. Yo no. Tampoco
podía, mis manos estaban ocupadas por nuestra bandera nacional.
Cuando miré hacia arriba y vi miles de flases, caras de rostros que
gritaban, saludaban, enviaban besos y decían:
¡Sigue…un día quisiste y has podido!
Cuando la cámara me enfocó mis compañeros decían
….. ¡Millones de personas de todo el mundo te están viendo,
sonríe!
Yo pensaba, no hace falta, mis ojos, mi rictus lo dice todo. No hay
hombre en el mundo más feliz que yo.
- 8 -
“Tío, despierta”
La boca la notaba pastosa y me dolía muchísimo la cabeza, la luz
de la sala me molestaba, incluso, la de la tele. Mis amigos allí
sentados ante el televisor gritaban como posesos viendo el gol que
el Zaragoza había metido al Villarreal
Me miré las piernas, las tenía encima de mi chica. Me incorporé y
cogí un bol de palomitas y una coca cola. ¡Estaba empezado ya el
partido! ¿Cómo no me habéis despertado antes, troncos?
San Sebastian septiembre 2008
Mary Carmen Gómez de la Rosa (marycarmeng7@telefonica.net)
Me gustaría recibir la opinión de los lectores.
Enviado el 17 de marzo del 2009
Relatos de Mary Carmen Gómez de la Rosa:
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