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El rincón literario: En una tarde de noviembre

Este tren hacia el pasado esta acabando conmigo.
Cargo con culpas y necesidades, tengo un trabajo mediocre y fumo demasiado.
De vez en cuando, me siento en el patio y lo veo ir y venir. Tomo un trago, prendo un cigarrillo.
Sólo estoy intentando pasar el rato, despejar la cabeza, vaciarme de ideas y planes insignificantes.
Pero no, ese gato hijo de puta esta ahí y se me hace imposible no caer en este punto nuevamente.
(al día podría ser la ves numero 65)
Recuerdo frases, hilvano situaciones. Ya es imposible pararlo, el gato, mi viejo, yo, noviembre, diciembre...
"Yo prefiero pegarme un tiro antes que vivir meandome en una lata"
Eso dijo él, ahora tiene atención 24 horas al día y va por más.
Y tengo la sensación de que todo cuanto haga es poco, poco tiempo, pocas palabras.
Camina en el patio con la mirada en 10 años atrás, murmura cosas que son parte del pasado.
El gato lo mira, todo el brillo del sol cae en su pelaje negro. Tal ves está sorprendido.
Se cruzan a mitad de camino, se miran, por un instante creo que todo va a acabar.
Tiene el bastón en un mano (mano de artesano) el gato bosteza, es la oportunidad perfecta.
Toda esa boca de paladar gris abierta, el bastón entrando, despedazándolo en una tarde de noviembre.
Pero...
Increíblemente nada sucede.
El viejo continua su letanía hacia el pasado.
shssc, shssc, shssc, hacen sus pantuflas. suave, áspero, despacio, shssc, shssc, shssc, es el ruido del tren hacia el pasado.
Odio un poco a ese gato, se supone que a uno no lo sobrevive un gato.
Pero sin embargo ahí esta, ronroneando y pidiendo comida, cagando en el garaje en respuesta a mis preguntas.
Tal vez es su venganza por haberlo capado, sobrevivir incluso más que yo.
Dicen que sienten vergüenza, que por eso no se van de la casa, yo digo que es por la comida.
Viéndolos comer uno sabe que lo es todo en sus vidas, cuando cogen es solo un acto de instinto, sin más diferencias que la de un matrimonio de 40 años de casados.
Aunque en el caso de los hombres las elecciones son distintas, pero no tanto.
Denle a elegir a un tipo de 60 años entre sus huevos y un pollo al horno y seguramente en principio diría que no, pero déjenlo pasar hambre durante algunos años, que su mujer lo deje, que le rematen la casa, que duerma en plazas esquivando jeringas, entonces, ahí, abrazara el pollo y se arrancaría con todo gusto los huevos.
El gato no considera todo esto, sabe que las gatas no se le acercan mas que para dormir.
Sabe que tiene un plato lleno junto a la puerta de la cocina.
Sabe que ese tipo que lo saca de una jaula ahora apenas camina.
Sabe que el paso de una jaula a otra mas grande.
Sabe que la jaula es el mundo y en eso coincidimos.
Y sobrevive con estilo, echado quitándonos el sol a nosotros, pobres criaturas incomprendidas de Dios, con nuestros relojes y nuestras navidades.
Y cuando sueña nos vea a todos nosotros, hambrientos, mal cogidos, mal dormidos, arrastrando nuestras pantuflas por toda la eternidad en un patio de césped, en habitaciones de hospital que huelen a amoniaco.
El viejo continua su letanía hacia el pasado.
Yo ya soy parte del pasado.
shssc, shssc, shssc, hacen sus pantuflas. suave, áspero, despacio, shssc, shssc, shssc, es el ruido del tren hacia el pasado.
Millones de años de evolución, Millones de guerras, Millones de muertos... misóginos.
Y el gato,
ahí,
sobreviviendo,
con estilo,
tirado al sol en una tarde de noviembre.

Arnaldo Sejas (Ellarvarecords@hotmail.com)



Sobre el autor:
Arnaldo Sejas es de Necochea (Argentina) y ha publicado dos libros, ambos por medio de editoriales independientes y fanzines. El primero, titulado Nuevos milagros del 2000 para pendejos embotellados (1999) y el segundo, titulado Poesías para el después (2002).

Otros relatos y poemas mandados por Arnaldo Sejas:







 
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