Cuando mi delirio triangular olvide
y encuentre el ángulo correcto,
comulgaré tu nombre
en el santuario de la vida.
Seré esclava de tu piel,
maquillada por la luna.
Ebrio de amor,
destaparás frente a mi la desnudez de tus ojos
y rozarás mi alma.
Atravesarás los canales majestuosos de mi ser,
hasta que estallen de alegría los ángeles.
Saborearás el néctar fluido y suspendido
en los portales de mis labios.
Y me regalarás sin termino, la edad del tiempo
en una noche perfecta.
Tras una estrecha pantalla silenciosa,
transcurrirá el asombro,
mientras tu cuerpo y el mío se aproximarán indelebles,
hacia el altar de una eterna mirada.
Aunque tus ojos no alcancen a los míos,
los pestañeos danzantes,
nos besarán, nos envolverán
transportándonos subliminalmente
hacia nuestros sagrados sentidos.
Jadeantes gemidos se grabarán en un poema,
consagrando la musa penetrable,
como solo una poeta,
podrá atreverse a retener en su conciencia.