Se te resbala la fuerza, lentamente se deja caer sobre la cama de la espera. Ya casi no aprisionas con tus ojos los esbozos del mañana.
El futuro te cierra la puerta y te muestra su espalda; espalda inflamada, hinchada y cortada por las filosas cuchillas de un final que se aproxima.
Tu cuerpo, pausadamente, emana los últimos suspiros de vida; vida que se acaba sin contratiempos.
Tu presencia se vacía, el alma te abandona para poblar el espacio destinado a los espíritus…
Solo queda una masa de carne sin vida y desprovista de calor, desparramada por la cama.
María Julieta Salusso (marjul76@hotmail.com)
3 de agosto del 2007
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