Valencia de grandes obras y grandes deudas.
Generosamente pagada, de sí misma.
Te amo y te odio, suelo de mi habitación,
en donde tras el tiempo de otros deseos
reina ahora el estado perdido de un faraón.
Mal nos llega el aire de la mar.
Y lo más triste
es que duelen las mentiras de tus ínfulas, tu política,
tu sucio paisaje
como si del jardín del Edén destruido se tratase.
Carmen Carpintero Martínez (carmen-ka@hotmail.com)
Enviado el 4 de marzo del 2010