La tuve tan cerca, tan cerca,

que su presencia mi mente nubló.

Tan cerca que podía oír su respiración y no la oí.

Tan cerca que podía ver su tierna mano y no me atreví a tocarla.

Tan cerca que creí por un instante ser parte de ella y no lo fui.

La sentí tan cerca que podía ver el color de su cabello y no lo noté.

Tan cerca que podía notar la ternura de sus facciones y no las supe apreciar.

¡Dios! La tuve tan cerca, tan cerca que sus labios fueron casi míos y los perdí. ¡Dios los perdí!

La tuve tan cerca que su mirada segó la mía. Camine tan cerca de ella que casi sentí que era su protector, pero sólo fui un camínate más.

La distancia era muy corta: estaba tan cerca de mí..., pero la verdadera distancia la hacía ¡yo!

“ Dios sólo pido verla otra vez para, sentirla cerca muy cerca y esta vez no perderla...”