Entra y corre
En las sonrisas horizontales
Entra y vive amor
En tus pechos
Refugio de mariposas
Juego de los que nada esperan
Entra en tu vientre el amor
Y los ríos perfumados de dulces barcos corren
Dentro de perezosos gatos encendidos en tu espalda
Manchados de limpio amor primero
Carnes de mar
Heridas de fuego
Silencios de montañas
Eternos espejos del sueño
Peines sin pecados para los besos
Aguas devoradas por tus miradas
Castillos y batallas en tu frente
Son amor en cada olvido
Son camino en cada abrazo
Y siempre tu cuerpo unido
En una palabra sin edad
Tu cuerpo tan extenso siempre
Como tus manos en otoño
Como el dorado sueño presente
Lleno de abandonadas victorias
Amor que entra y que rompe
Y que ordena en pared y nube
Nuestra respiración
Amor para que nuestras manos
No sean extranjeras
Amor que no tiene palabras
Ni definiciones
Ni finales ni sombras
Amor que trenza invisibles abrazos
A los que no se conocen
Entra tu boca
En los cercanos y siempre desconocidos jardines
Del amor
Entra tu abierta mirada de adolescente perenne
En el amor sin culpas ni temores
Para que nuestra desnudez
Sea interminable luz
Compañía de ángeles
Caminando en tu regazo
Desnudo quiero ser tu compañero
Tu mesa o tu maleta
Desnudo y horizontal amor siempre
Que entra y se alimenta en tus caprichos
Que muerde y adorna tus secretos
Que bebe tu vino y tus dulces pechos besa
Para arder y olvidar recuerdos y llantos
Y que todas las oscuras mentiras
Se rompan sin ruido
En los futuros pasados y presentes
De todos los que no somos ni sombra
Ni paso herido por las risas del verano
Y amor siempre
En cada palabra
Nunca pronunciada
Para los que entran y viven
Día a día
Antonio Marín Segovia (antoniod17@ono.com)
16 de febrero del 2005
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Sobre el autor:
Antonio Marín Segovia, nacido en Valencia ciudad el 17 de diciembre de 1960. Intento diariamente vivir de manera poética, alejado de los ruidos y oropeles.
Creo que debemos ser mejor que nuestras propias palabras, que nuestras propios silencios, pues la mejor música es la que emana de nuestras miradas, de nuestras caricias, de nuestros abrazos.
Regalar unas palabras, unos pensamientos es la mejor manera de vivir y compartir la belleza con el resto de nuestros semejantes.