Poco puedo decir, era una libertad un tanto claustrofobia y era domingo que es cuando mas jode todo lo que jode.
Bueno, como sea, estaba yo sentado en ese porche, el día en realidad es referencial, una manera de hilvanar los momentos en que todo aquello sucedió, porque en si todo lo que paso fue por obra y milagro de esa casa-refugio y ese es el tema a tratar, no el domingo aunque en si era domingo cuando comencé con este ejercicio de compilación de la memoria.
En fin era domingo, si, pero eso no es lo importante, la casa es lo que vale, y todo lo que paso y lo que no paso en ella.
Comencemos por aclarar que se caía a pedazos, la habíamos pintado pero eso había sido para peor, mucha gente metiendo mano en la lata y dejando todo a medio hacer, los colores se mezclaban y se oscurecían por todos lados, las manchas de humedad brotaban y descascaraban la pintura nueva y vieja, era como vivir en un cuadro de algún pintor mediocre que se había rendido finalmente a mitad de la obra.
Y nosotros dentro, intentando sentirnos normal, intentando llenar los vasos y los espacios vacíos y secos del alma, bueno, en realidad así lo sentía yo aunque los otros tampoco se veían muy bien, peleábamos por un bife o una naranja y el estomago hacia ruido y nosotros hacíamos mas ruido para no escucharlo y todo el tiempo era:
- ¡He! ¡Quien mierda se comió el churrasco mío! ¡Pero que hijos de puta de mierda que son! ¡Quien fue! ¡Che! ¡La concha de su hermana! ¡Pero que hijos de puta!
Y nadie respondía, obvio, eran gritos y pataleos, amenazas infértiles, caras de incorruptibles hechos migas y todos los días era alguien distinto, nadie estaba a salvo, era hambre y era un sálvese quien pueda mi amigo.
Pero como decía esa era mi libertad, mi mundo de Rock and roll, lejos de nenes de papá, lejos del mundo civilizado, una pesadilla echa sueño, un edén para desahuciados mentales.
Los fines de semana por la noche nadie se acordaba de la comida, era cerveza y vino y marihuana y música, el hambre era un fantasma de a ratos, nosotros también.
Las mañana de domingo eran a partir de las 3:00 de la tarde y las caras eran feroces e irritantes, se necesitaba de una gran fuerza de voluntad para decir “Buen día”, y calzoncillos y calzones desperdigados por todos lados y botellas vacías, llenas y a medio tomar como un recordatorio de lo que fue.
Las cucarachas fueron poco contra tanto ruido, ensayábamos todos los días al máximo volumen posible, no queríamos escuchar nada, atontarnos de alcohol y de ruido, las eliminamos en una semana, podíamos dormir en el piso, podíamos comer en el piso si hubiera habido algo que comer.
Pero eso fue varios meses después de que entramos en aquella casa.
Al principio la situación fue desesperante, estaban en las camas, en la heladera, en el baño, salían de la pileta y de las paredes, con esos rostros (¿rostros?) sin ojos, todo velocidad y cáscaras anti-radiación, y yo creí que me iba a volver loco, soñaba que se metían en mis orejas y despertaba sobresaltado, dormía como un esquizofrénico, vivía cansado y ojeroso y si, también estaba un poco loco, aunque ¿quien no?
Uno de los cuatro que habitábamos ese pequeño infierno (éramos cuatro ¿Lo dije o no?) decidido comenzar con la solución final, (para las cucarachas esta claro) se llamaba Pablo, era el mas histérico de todos, su viva imagen quedo en mi mente como el tipo que picaba pastillas anticonceptivas, las mezclaba con el shampoo y se las chantaba en la cabeza, no quería perder el poco pelo que le quedaba, siempre andaba por la casa haciéndose masajes o con algún aparato raro en la cabeza, todavía lo veo pelando hojas de Aloe Vera, espero (hace tiempo de todo esto) que algo de todo eso le allá resultado, aunque mas no sea por su perseverancia.
Eran ideas estupidas, al fin y al cabo era solo pelo, a mi no me importa tanto como para andar con pastillas y hojas en la cabeza, pero es solo mi opinión, de todas maneras casi todo terminaba siendo un poco estupido y carente de sentido en esa casa, no nos sorprendía nada, salvo la gente, yendo a trabajar día tras día y repitiendo la mismo conversación, envejeciendo, olvidando, consumiéndose en ese mar de rutinas y mierda y cucarachas, eso si, dientes perfectos y blancos, carcajadas educadas y asco por nosotros era la orden del día.
En fin, la cosa es que estábamos hartos de las cucarachas (y cuando digo hartos quiero decir: ¡HARTOS!) pero el primero en buscar una solución fue Pablo, era bastante hábil para algunas cosas y no se rendía fácil (aunque borracho esto dejaba de ser una virtud) ya habíamos probado venenos de todo tipo pero solo las alejaban de el sector envenenado, al rato aparecían, ocupando algún lugar nuevo y esperando que el puto veneno dejara de surtir efecto para volver cagandose de risa de toda la biotecnología avanzada y de nosotros. Por cada una que matábamos había miles mas, eran como la humanidad, algo irritable y desmesurado.
Yo rociaba mi cama con veneno todos los días, al levantarme tenia alrededor a todos esos bichos espantosos muertos y toda la piel enrojecida por el veneno, era la peor manera de comenzar el día, aunque a ellas no les importaba, todas las noches mandaban mas y mas y mas y ¡MAS!, a mi el veneno se me acababa y ellas seguían cogiendo y naciendo, cosa que yo hacia rato no lograba.
La cosa es que Pablo se levanto a la mañana (pero a la mañana de verdad) y desapareció de la casa por un buen rato, cuando nosotros (los otros 2, el tercero no estaba) decidimos comenzar el día y preparar algo para comer apareció con un frasco y una sonrisa de psicópata, decidimos no preguntar nada hasta después de comer, como dije era algo hábil pero a veces la habilidad a medias puede ser peligrosa.
Nos sentamos a la mesa y comimos unos fideos pasados sin queso ni sal, algo era algo pero a veces es demasiado poco y demasiado poco por demasiado tiempo lo acostumbra a uno a cualquier cosa.
A ese punto habíamos llegado.
- Bueno, decinos cual es la solución misteriosa para las cucarachas.
- Esto – trajo el frasco – esto es la solución.
- Ya probamos todos los putos venenos, de que carajo hablas.
- Esto no es veneno – empezó con esa sonrisa de enajenado, daba un poquito de miedo verlo así – Esto es ¡Muchoo! mas que veneno.
- Bueno, deja de joder y decinos que mierda es.
- Esto es una sorpresa, ya van a ver el efecto, a la mierda con todas las putas cucarachas, con esto van a desaparecer para siempre.
Nos levantamos de la mesa y nos fuimos a dar vueltas por la calle, ahora estaba con Mauro, era un tipo tranquilo, nos conocíamos desde siempre y te calmaba bastante estar con el, claro que cualquiera que fumara un faso por la mañana y otro después de comer debía por fuerzas mayores mantenerse tranquilo, sin embargo había algo en la misma esencia de su persona que lo mantenía calmo aunque el puto mundo se cayera a pedazos.
Comenzamos con lo que se había vuelto rutina desde hacia varios meses, pedir unos cigarrillos y volver a la casa para sentirnos casi normales, de sobremesa con nuestros cigarrillos prestados y que Dios te los pague.
Conseguimos tres, era lo necesario, ni mas ni menos, volvimos satisfechos y orgullosos de nuestra capacidad de supervivencia, abrimos la puerta y al entrar allí estaba Pablo, con una mascarilla de esas que usan los que fumigan, los ojos desorbitados y el frasco en la mano.
- Que vas a hacer – dijo Mauro.
- Nada, nada, vos espera y ahora vas a ver.
- Este pibe se volvió loco del todo – dije.
- No se, no se… vamos a fumar los cigarrillos en paz, déjalo que boludee con ese frasco, ya se va a cansar.
- Bueno – dije mientras traía un poco de cerveza que había sobrado del fin de semana
- Esta mierda no tiene gas y esta caliente.
- Si no la queres déjamela, yo la tomo, no hay drama.
- No, no, pásame un vaso, pásame un vaso…
Estaba fea como una meada, pero no tanto, serví en dos vasos y prendimos los cigarrillos, ese era un estado cercano a la normalidad, nuestra normalidad.
- Ja, ja, ja, Hijas de puta, ja, ja, ja
- Esta loco del todo, de que mierda se ríe el hijo de puta – realmente me estaba poniendo nervioso, parecía que tenia la bomba de nitrógeno en las manos, me recordó al coyote poniéndole una trampa al correcaminos. - ¡Che! Pablo que mierda es ese líquido.
- No te va a contestar, déjalo, ya vamos a saber, no pasa nada – Prendió el tercer faso del día y se olvido del asunto.
Yo no estaba acostumbrado a que me rompieran las pelotas, siempre preferí estar solo, ahora estaba allí, con otros tres de los cuales uno tenia un frasco bastante intimidante y la determinación necesaria para usarlo (sea cual sea el efecto)
- ¡Ahora FUERON!, ¡entienden putas!, ¡¡PUTAAAS!! ¡¡JA, JA, JA!! ¡¡JA, JA, JA!!
Me levante de la mesa (aun) tranquilo, esto tenia que ser digno de observar, comenzó a derramar el liquido del frasco, despacio y con cuidado. En un principio no note nada raro, inclusive mientras el gritaba y se reía como un enajenado, pero al momento en que mas y mas liquido comenzó a llegar al suelo vi un pequeño hilo de humo elevarse desde el suelo, calmo, irreal, ¡que mierda era eso!, quiero decir el liquido y el humo, que carajo estaba haciendo ese hijo de puta.
- ¡He! ¡He! ¡Mauro! ¡¡Mauro!! ¡Sale humo del piso!
- ¿Qué mierda decís? – Tosió un poco y se dio vuelta para ver.
- ¡Te dije que estaba medio loco!
- ¡He! ¡Che! ¡Pablo que mierda haces! ¡Pablo sale humo del piso!
- Nada loco, no pasa nada, pero estas putas fueron ¡¡FUERON!!
En ese momento lanzo un balde de agua sobre el liquido humeante que se desparramo por todos lados, el olor era algo indescriptible, era como estar prendiendo fuego un envase de lavandina de plástico pero con la lavandina incluida, te hacia llorar los ojos y te ardía la nariz y ahora el humo salía de todo el piso, de un momento a otro estaría en mis pies, eso no era bueno, quiero decir, si podía hacer que saliera humo del piso no quiero imaginar lo que haría con mis zapatos.
- ¡Mauro yo me voy para afuera! ¡Vamos o este hijo de puta nos mata a todos!
Pero estaba colgado, le tomo un minuto reaccionar y el liquido estaba a solo un paso de nosotros, lo zamarree un poco y me miro desconcertado.
- ¡Que! ¡Que queres!
- ¡Salí conmigo o quedate a ver que te hace hace esa cosa! ¡Yo me voy!
En ese instante el liquido toco las zapatillas de Mauro, el olor a goma quemada llego rápido y vi salir humo negro y fuerte, ahí fue cuando se levanto el muy colgado hijo de puta, ahora si quería salir conmigo.
- ¡¡Me quemo boludo!! ¡¡Me quemo!! ¡¡Sacame!! ¡¡Sacame!! – Mauro comenzó a desesperarse.
- ¡¡CHAU HIJAS DE PUTAAA!! ¡¡AHORA VALLAN A JODER A LA CONCHA DE SU REPUTA MADRE!! ¡JA, JA, JA! ¡¡¡PUTAS DE MIERDAAAAA!!!
- ¡¡ME QUEMA LOS PIES, AYUDAME!! ¡¡ME QUEMA, ME QUEMAAAA!
Pablo estaba loco, nada más…
Todo esto sucedía al mismo tiempo, uno gritando y riendo en la cocina tirando el liquido ese por todos lados y el otro en el comedor intentando sacarse las zapatillas y pidiendo que lo ayudara.
Realmente nos sabíamos divertir en esa casa de mierda, no perdíamos el tiempo con la tele.
Lo ayude a sacarse una zapatilla y en el proceso me moje con un poco de esa cosa, me quemo hasta la reputa madre que lo recontra parió y si no me equivoco eso fue lo que dije:
- ¡¡¡¡LA REPUTISIMA MADRE QUE LO RECONTRAREPARIO A EL HIJO DE PUTA ESE Y LA CONCHA DE SU PUTA HERMANA!!!!
- ¡¡DALE SACALA LOCO!! ¡¡ME QUEMA!! ¡¡ME QUEMA!!
- ¡¡CALLATE!! ¡¡CALLATE HIJO DE PUTA!!
Mientras, esa marea de Cosa-que-quema seguía viniendo, yo tenia un par de dedos quemados mal, sentía que me llegaba hasta el hueso, sentia que no iba a parar hasta llegar al otro lado de mis dedos, “así se debe sentir la lava” fue un pensamiento estupido y pajero como pocos, teníamos que salir de la casa y teníamos que salir ya, el liquido estaba casi encima mío y después de lo de los dedos no me interesaba volver a vivir la experiencia en los pies. Finalmente le pude sacar las zapatillas a Mauro, tenia un de los pies rojo y lleno de ampollas, esa cosa era fuerte hasta la mismísima mierda, “bueno ya esta” pensé, “ahora a salir de acá” “que se joda el loco hijo de puta de Pablo, yo me voy de acá” pero aun quedaba un pequeño detalle, ¡¡MIERDA!! Mauro no tenia zapatillas y era obvio que no iba a caminar descalzo por sobre ese liquido-lava-mierda, era un problema inesperado y preocupante.
- ¡Dale boludo! ¡Dale salgamos! – gritaba todo el tiempo, no caía en que no tenia zapatillas, tuve la tentación de dejarlo levantarse para ver la cara que ponía cuando sus pies tocaran el suelo lleno de aquello. Pero no lo hice.
Aunque no lo crean no soy tan hijo de puta, por lo menos no todo el tiempo.
- ¡¡Para un poco, no ves que ahora estas descalzo!! ¡¡Sos pelotudo o que!! ¡¡No te das cuenta que te vas a quemar hasta la puta que lo parió si te dejo salir de acá caminando!!
- ¡¡Mierda loco!! ¡¡Mierda!! ¡¡Nos vamos a quemar acá loco!! ¡¡Nos vamos a quemar acá!!
- Calmate un poco dejame pensar,
- ¡¡Nos vamos a quemar!! ¡¡PARA PABLO HIJO DE PUTAAAA!! ¡¡¡¡PARAAAAA!!!!
Pero Pablo estaba en otro lugar, era una especie de pequeño Hitler, estaba eufórico en su holocausto y seguía tirando ese liquido-napalm-quematodo-lava-mierda por todos lados, las cucarachas estaban realmente fritas, en eso tenia razón, esa cosa era distinto a cualquier veneno, esa cosa nos quería matar a nosotros también.
Yo no soy lo que se dice un genio en situaciones normales, mucho menos en situaciones como estas aunque dudo que un hombre este preparado para todo todo el tiempo, la vida es puta pero mas que puta es ingeniosa, se divierte viéndonos saltar de un tronco a otro con el río furioso del tiempo debajo. “Pensa, pensa boludo, pensa” pero lo único que tenia en la cabeza era una tarta de jamón y queso escondida en el ropero y los dedos que me ardían como la puta madre y diez millones de cosas idiotas mas, pero nada de nada que me sacara de esa situación, pensé en el batí cinturón, pensé que realmente no era para nada muy inteligente y no lo seria en el resto de mi vida.
- ¡¡Dale BOLUDO!! ¡¡Que hacemos!! ¡¡ME QUEMO!!
- Callate y dejame pensar, colgado hijo de puta.
Miraba alrededor, miraba mis pies, vi la mesa, la jarra de agua, los vasos, la botella de cerveza, caliente y sin gas, la olla con fideos y… ¡¡ESO ES!! ¡¡ESO ES!!¡¡LA JARRA Y LA OLLA!!
Era una idea ridícula pero era mejor que el batí cinturón o la tarta en el ropero. Manotee los dos cacharros y los tire al suelo, Mauro dejo de gritar, supongo que se había resignado a que ahora yo también estaba loco, no estaba muy lejos de la verdad pero todavía no estaba jugando a ser Napoleón.
- ¡LISTO! ¡SOY UN GENIO! – realmente me sentía muy feliz con mi idea, tanto que por un momento olvide el liquido, cuando vi un poco de humo en mi zapatos me corrí mas, no había penetrado todavía pero no le faltaba mucho.
- ¡QUE MIERDA DECIS HIJO DE PUTA! ¡DE QUE HABLAS!
- ¡NO TE DAS CUENTA! ¡LA JARRA Y LA OLLA!
- ¡Y QUE CARAJO HAGO CON ESO!
- ¡PERO SOS TARADO! ¡¡METE LOS PIES Y VAMOSONOS DE ACA!!
- ¡¡PERO DEJATE DE JODER!! ¡¡SACAME DE ACA!!
- Mira – intente hablar tranquilo para que se diera cuenta que era en serio – vos mete las patas ahí que yo te ayudo a salir, ahora, si no queres, bueno, yo me voy a la mierda, otra cosa no se me ocurre.
Se quedo pensando un rato, pero cuando el liquido-lava-napalm-quematodo estaba debajo de la silla no lo pensó mas, metió los pies como pudo y me pido que lo ayudara.
- Sujetate de mis hombros, vamos a ir despacio, no quiero que te
resbales y termines con la cara mas fea de lo que la tenes.
- Andate a la concha de tu madre forro.
Y de esta manera fuimos avanzando, despacio, con toda esa marea de desastre detrás y nuestro pequeño Hitler gritando.
- ¡¡¡HIJAS DE PUTA, CHAU, BICHOS DE MIERDA, FUERON, FUEROOOOOON!!!
Todo esto era algo bizarro, yo llevaba a un tipo con dos cacharros en los pies y el piso de la casa ardía, era el incendio más original que jamás imagine. Agradecí a todos los santos que la puerta se encontrara cerca, Mauro estaba resbalando mal y casi se me callo un par de veces y la marea (si marea en una casa, les dije que esa casa era original ¿o no?) estaba corriéndonos cada ves mas cerca, Pablo no desistía y seguía mandando para todos lados, mire hacia atrás (ya estábamos en la puerta) y todo era una niebla, Pablo no estaba, solo su voz lo delataba, realmente desee de corazón que alguna gota de eso cayera en su entrepierna y le quemara un huevo, ese tipo estaba no solo loco, sino también suicida y nos quería suicidar con el.
- ¡HABRI LA PUERTA, DALE, DALE!
- ¡YA VOY! ¡YA VOY!
Pero las putas llaves no estaban, me raspe la mano quemada con el cinturón y lo digo de corazón, creo que jamás en mi vida he sentido dolor igual a aquel, grite y putee y sentí un par de lagrimas escapando de mis ojos.
- ¡¡¡LA CONCHA DE LA REPUTA MADRE QUE LO REPARIOOOO!!!
- ¡SACA LA LLAVE DALE! ¡¡YA ESTA ACA DALE!! ¡¡¡DALE!!!
- ¡¡ NO LAS ENCUENTRO!! ¡¡NO LAS ENCUENTRO!!
La mano me ardía y los bolsillos eran chicos y toda la puta mala suerte del mundo me apuntaba a mi, no había caso, no estaban, NO ESTABAN, OK, no había salida mas allá de esa puerta, listo, se fini, fue, ahora ya no había ideas ni batí cinturón que valga.
- ¡NO HAY CASO, NO LAS TENGO, NO LAS TENGO!
- ¡¡BUSCALAS BIEN! ¡DALE!
- ¡¡NO LAS TENGO MIERDA!! ¡¡NO ENTEDES!! ¡¡NO-LAS-TENGO!!
Se quedo callado, pensé que por fin se había resignado, era un poco triste, quiero decir no habíamos echo ni la mitad de las cosas que planeamos cuando llegamos a esa ciudad, ahora íbamos a morir quemados (desde abajo) y ni siquiera pude tocar esa tarta de jamón y queso, mierda y seguramente esa cosa me iba a destrozar la cara y el cuerpo, ni siquiera cumplía con eso de “morir joven y dejar un bonito cadáver” mierda, mierda, mierda.
- ¡¡LAS TENGO, LAS TENGO!! – Mauro gritaba y saltaba, hacia un ruido terrible con la olla y la jarra en los pies.
- ¡QUE TENES!
- ¡LAS LLAVES! ¡LAS TENIA YO! ¡VAMOS A SALIR!
Si no fuera porque nos estábamos por quemar lo hubiera cagado a golpes todo lo que restaba del día, yo tenia la mano quemada totalmente estropeada de remover en los bolsillos y todo el tiempo la había tenido el, pero que pelotudo de mierda, el y yo.
Abrió la puerta y el aire nos llego instantáneamente, esos momentos valen oro amigo, estar en el fin y estar en el baile de nuevo, pocos me entienden, hay que vivirlo.
Como sea, salimos, con cacharros en los pies, con la mano enrojecida y masacrada, salimos, estábamos vivos, esa puta casa aun no podía con nosotros.
- Dejame sentarme acá, necesito sentarme, me arde, el pie, me arde, me arde.
Lo deje en el piso y examine mi mano, era tan (o mas) desagradable como su pie, Pablo era un hijo de puta, ahora podía olvidarme de tocar ninguna mina por un tiempo, si es que esa mano tenia arreglo.
Me senté a un costado y paso una vieja que vivía enfrente, lo único que yo sabia de ella era que fumaba todo el día.
- Señora nos puede convidar un cigarrillo por favor.
- Si querido, toma, toma. – arrugaba toda la cara y parecía una momia.
- Gracias señora, muchas gracias – realmente le agradecí de todo corazón.
- Que paso en la casa, sale humo de la puerta, ¿se prendió fuego algo?
- No, no, no pasa nada, se nos quemo el pollo en el horno y salimos a tomar aire.
- Si, si, nada mas, señora. – Mauro tenia cara de convencer mas que yo, lo deje en ese asunto de la vieja y sus preguntas (que seguro comentaría con la casera) a el y me dedique a pensar en lo que le haría a Pablo, soy un tipo con mucha imaginación cuando quiero. Claro que para hacerle lo que sea tenia que salir, tenia mis seria dudas con respecto a eso. Pero al los poco minutos lo hizo, despacio y desperezándose apareció en la vereda, como quien se levanta de una siesta tranquila.
- Hola señora Frida, como esta, hermoso día ¿no?
- Si, si, hermosísimo día querido, ¿estas pintando?
- No, no, nada mas rocié un poco de veneno, por las cucarachas vio.
Era increíble, el tipo hablaba como si nada, Pablo era sorprendente por momentos. No había rastro de miradas acecinas ni nada, casi parecía que nada hubiera pasado si no fuera porque sentía el dedo quemado latiendo en dolores sordos y Mauro lagrimeaba agarrándose el pie.
Continuo hablando con la vieja hincha pelotas esa durante unos 15 minutos, al fin la vieja pego media vuelta y se fue, supongo que bastante desilusionada de que nada terrible nos allá pasado, ella tampoco nos quería en el barrio, mejor para ella, mejor para nosotros, pero no la íbamos a ayudar en eso de las excusas para echarnos, no señor.
- Ahora ya se pueden olvidar de las putas cucarachas, si, si, chau cucarachas, chau, chau.
- Vos sos un hijo de puta, sos un hijo de mil puta – Mauro se sujetaba el pie y hablaba con los dientes apretados, con la otra mano estaba intentando pararse.
- Bueno che, que tampoco es para tanto, te quemo un poquito el pie, no pasa nada.
- No pasa nada hijo de puta, ¡NO PASA NADA HIJO DE PUTA! – pero no logro pararse del todo, callo al piso como una bolsa de papas y se golpeo el pie jodido mas, grito finito y largo, decidí acercarme a ver que se me ocurría para que ese boludo la ligara.
- ¡Vos hijo de puta de mierda! ¡casi nos matas, casi nos prendes fuego con la mierda esa y mira la casa! ¡mira! – giro esa cara de nada y miro el living comedor, humo por todos lados, y cucarachas regadas por el piso y olor a Dios sabe que veneno.
- Bueno loco, ya se va a ir, es un poco de humo nada mas, pero mira, las cucarachas están muertas ¿O no?
- No tenes cara, sos un psicópata – ese era Mauro de nuevo – estas loco, casi me sacaste el pie, casi… ¡Casi nos matas!
- En realidad te mereces que te cagemos a trompadas.
- Bueno no se pongan así, ya se les va a pasar, cuando entremos y no allá cucarachas me lo van a agradecer.
Fue demasiado, le pegué un buen gancho de derecha en el estomago, el idiota callo de culo agarrándose el pecho, tuvo el mal tino de caer al lado de Mauro que lo manoteo de los pelos y le pego con la olla por toda esa cabeza llena de pastillas anticonceptivas e ideas psicópatas.
Bueno, la cosa es que le dimos como para que tuviera, le dimos hasta que pidió por favor, le dimos hasta que no pudimos más y entonces le dimos un poco más. La gente pasaba y nos miraba con asco, algunos cruzaban de vereda y murmuraban, a nosotros no nos importaba, el poco orgullo que teníamos se había perdido al salir ayudándonos y con una jarra y una olla en cada pata, ósea, no había comida, no había guiíta y aun no sabíamos si todavía teníamos casa, el humo seguía y seguía, y nosotros teníamos frió y cagabamos a trompadas al hijo de puta ese, pero hasta eso ya se había vuelto aburrido.
Deje de patearlo, Mauro continuo un poco mas, la olla estaba llena de sangre y mi mano también, no me sentía mejor en absoluto.
- ¡Ya esta! ¡Ya esta! ¡déjalo! ¡déjalo! ¡Lo queres matar! ¡déjalo! – lo tiro a un costado y le arrojo la olla que una ves mas golpeo su cabeza.
- ¡Hijo de puta! ¡Ojalá pierdas todo el puto pelo de una ves!
- ¡Ya esta! ¡déjalo Mauro! ¡Ya lo entendió!
Mire la cara de Pablo, era una mancha roja e idiota, no reaccionaba mucho, parpadeaba y jadeaba un poco, pero nada mas. Mire el living y note que el humo comenzaba a dispersarse, bueno, tal vez todavía tuviéramos un lugar donde dormir.
- Mauro, vamos a probar entrar, creo que el liquido ese ya perdió fuerza, el humo se esta yendo, aparte estoy cagado de frió.
- Yo no entro ni loco, no pienso volver a quemarme las patas de nuevo, vos hace lo que quieras yo hoy duermo acá.
- Cagáte boludo, yo voy a entrar.
Y lo hice, despacio, paso a paso, me sentía como un soldado en algún campo minado, el líquido se había evaporado, el humo aun persistía, pero no como en un principio, había cucarachas por todos lados, cadáveres chiquitos y feos desperdigados por todo el piso.
- Mierda, esto es un asco
Cada paso era un “Crunch” eran miles de miles de miles, era una tragedia, era un holocausto, me sentía profano pisándolas, pensé “tal ves habría que enterrarlas” era otra idea estúpida, pero había algo de horror en tantos bichos muertos.
Llegue a la ventana de la cocina, la abrí de par en par, luego fui a las habitaciones y también deje entrar el aire y salir el humo, encontré en la cama de Pablo (debajo de la almohada) un atado de cigarrillos “Sos una rata hijo de puta, los tenias escondidos mientras nosotros salíamos a mendigarlos, que hijo de puta mas rata”
Agarre el atado y prendí uno, me senté en la cama y llame de un grito a Mauro.
- ¡Ya esta Mauro! ¡Podes entrar! ¡Dale!
- ¡Bueno! ¡Pero tírame las hojotas! ¡No quiero pisar esos bichos de mierda con el pie como lo tengo!
- ¡Bueno!
Me pare y le tire las hojotas por la ventana, al rato el estaba en la pieza fumando conmigo.
- Y con Pablo que hacemos, se quedo tirado como un pajero en la calle. – Mauro había comenzado a pensar con claridad, eso era bueno y necesario, yo aun estaba medio pelotudisádo por el humo y todo lo demás.
- Si, en realidad no da una buena imagen, ósea, me importa tres carájos como nos vean los vecinos, pero si la casera aparece y ve al boludo ese con la cara echa mierda, hay grandes posibilidades de que nos eche.
- Si, si, hay que traerlo, pero yo no puedo, camino como la mierda y no pienso lastimarme más por ese hijo de puta.
- Esta bien, voy yo, voy yo.
No quería ni acercarme al boludo ese, veía el piso regado de cucarachas y lleno de agujeritos y me daban ganas de cagarlo más a trompadas, de pasada vi el puto frasco, lo agarre y leí:
“ÁCIDO SULFÚRICO, PRECAUCIÓN, SUMAMENTE CORROSIVO”
Definitivamente estaba loco el hijo de puta, ácido, había tirado ácido, con razón el piso ardía, ni las cucarachas ni nosotros estábamos preparado para eso, que demente de mierda, ácido.
Salí a la vereda y aun estaba allí, con cara de nada y los labios hinchados.
- Levántate boludo, ¡Dale! ¡LEVANTATE DE UNA VES HIJO DE PUTA!
- No puedo, me duele todo, todo.
- ¡LEVANTÁTE O TE CAGO A PATADAS DE NUEVO DEMENTE! ¡ÁCIDO! ¡USASTE ÁCIDO!
- Fue lo mejor que se me ocurrió, para las cucarachas viste, las mata viste…
Le pegue una patada mas y chillo un poco pero se levanto, se dio cuenta de que iba en serio.
- Dale apuráte a entrar, no quiero que nos echen por tu culpa pelotudo de mierda.
- Bueno, bueno, espera, me duele…
Lo empuje y se callo de jeta en el piso del living, sentí el ruido de muchas cucarachas reventandose bajo su cuerpo, cuando logro pararse era una mezcla rara de sangre y cucarachas muertas por todos lados, en definitiva, un asco.
Cerré la puerta, casi no quedaba humo aunque el olor era todavía constante, agarre una escoba y se la tire al boludo de Pablo, Mauro miraba todo desde la cama, hizo media sonrisa y prendió un cigarrillo, me senté en la cocina a ver como barría las cucarachas y le pedí un cigarrillo mientras me servia un vaso de cerveza caliente y sin gas.
- ¡He! ¡Son mis cigarrillos esos!
- Si – le dije – si, pero ahora son nuestros rata de mierda.
Mauro agarro el frasco vacío de ácido y se lo tiro en la cabeza, fue un buen tiro, le dio de lleno.
- ¡Volvé a decir algo y te recago a trompadas! ¡Deci algo mierda! ¡Dale! ¡Dale!
- No creo que sea buen negocio ponerse a joder por los cigarrillos no te parece Pablo.
Me miro con odio y no se que mas, después agacho la cabeza y empezó a barrer, había mucho por hacer y poco que pensar, Mauro reviso un poco mas la cama de Pablo, encontró algo de guiíta y compramos cervezas y cigarrillos, a la noche no quedaban cucarachas muertas y casi nos habíamos olvidado de las quemaduras, nos sentamos en la mesa y brindamos repetidas veces, en algún momento comenzó a amanecer, me senté en el porche y prendí el ultimo cigarrillo, Pablo y Mauro se quedaron adentro habando de mujeres y bares, yo necesitaba un rato de nadie, eso era nuestra rutina, y eso estaba bien, éramos de nuevo tres supervivientes dentro de esa casa-refugio, riendo demasiado fuerte y estropeados por demás, era domingo aunque yo no vería mucho mas del amanecer.
Bostéese y me fui a dormir, pero al legar a la cama la vi, era solo una, pero ahí estaba, se quedo paralizada mirándome con lo que sea que ellas miraban, era una cucaracha, ella también era una superviviente en esa casa - refugio.
Me costo mucho conciliar el sueño, la vi girar y girar alrededor de la cama, en algún punto me dormí.
Soñé con Jesús hablando desde la cruz, no lo escuchaba bien así que me acerque, seguí sin entenderle, me volví a acercar, no había caso, era inaudible, me miro mal, molesto, dejo de hablar, entonces saco un brazo de la cruz (no se como, ósea, lo tenia clavado pero lo saco igual, escuche un “¡Shuic!” y el brazo salio limpio, ni sangre ni nada) y abrió la mano, supe lo que había en ella pero necesitaba verlo, la cucaracha se quedaba quieta, impasible moviendo las antenas, ausente al momento histórico milagroso en el que se encontraba, mire así arriba, Jesús sonreía, hablo una ves mas y esta ves lo escuche:
“La humanidad” y reímos los dos en medio de ese charco de soledad y desierto.
Arnaldo Sejas (Ellarvarecords@hotmail.com)
25 de enero del 2005
Sobre el autor:
Arnaldo Sejas es de Necochea (Argentina) y ha publicado dos libros, ambos por medio de editoriales independientes y fanzines. El primero, titulado
Nuevos milagros del 2000 para pendejos embotellados (1999) y el segundo, titulado
Poesías para el después (2002).
Otros relatos y poemas mandados por Arnaldo Sejas:
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