Cada día mi máxima ilusión era
llegar a tú habitación y mirar tú cunita,
y verte durmiendo allí tan bonita,
gozando del privilegio, de ser mi chiquita.
Yo cada día, del trabajo corriendo llegaba,
para ver si mi Niña de cara rosada,
y al ver abrir esos ojazos bonitos,
yo ebrio de ilusión me encontraba.
Con tus dulces y tenues balbuceos.
mi corazón de amor y alegría se llenaba,
cuando tus brazitos al cuello me echabas.
Haciendo pucheros, algún mensaje nos dabas
alegre reías con tus mejillas rosadas,
el Alma se iba al Cielo al escuchar tus palabras.
los ojitos cerrabas y durmiendo quedabas.